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COLUMNA INVITADA

La ciudad de San Francisco California y su política de cero residuos contaminantes

La gestión de los residuos sólidos urbanos se ha convertido en una gran problemática ambiental

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

La gestión de los residuos sólidos urbanos se ha convertido en una gran problemática ambiental en todo tipo de ciudades alrededor del mundo. Dentro de estos, el principal inconveniente corresponde a materia orgánica, que no suele ser reaprovechada y que, además generan en su proceso de descomposición gases de efecto invernadero que dañan gravemente a la atmósfera.

Puntualmente, en la actualidad se generan en el mundo unas 10 mil millones de toneladas anuales de basura, de los cuales el 58% son restos orgánicos. Pero solo el 1% de estos sobrantes es aprovechado y tratado correspondientemente.

Por esta razón, el compostaje aparece como una gran solución para transformar los desechos orgánicos en material fertilizante de tipo artesanal mejor conocido como hummus. Aunque lograr este proceso en las ciudades no es algo sencillo, porque se vincula con un cambio en los hábitos de la población en su conjunto, aunque lógicamente esto puede ser dinamizado por políticas locales concretas que incentiven la transición y aceleren el dinamismo de esta clase de políticas públicas.

Bajo el contexto antes mencionado, es importante ubicar y clarificar que pocas ciudades alrededor del mundo consiguen cambiar sus hábitos de consumo, pero también la manera en cómo tratan los residuos contaminantes de su demarcación. En ese sentido, la ciudad de San Francisco en el estado de California es un caso paradigmático para analizar con mucho detenimiento.

La demarcación como se sabe empezó su camino al zero waste (o desperdicio cero), que no es otra cosa que la reutilización de la mayor parte de la basura orgánica e inorgánica posible. Este fenómeno comenzó hace casi tres décadas, cuando el Estado aprobó una ley de manejo integrado de residuos que pedía a sus integrantes desviar una cuarta parte de estos en 1995 y la mitad para el año 2000. 

Pero San Francisco fue más allá y en 2003, se planteó dejar de producir desechos para 2020. A poco menos de un año de que se cumpliera este plazo, la meta fue replanteada, ya que, evidentemente este objetivo era muy difícil de lograrse en esos momentos; aunque para entonces, ya se habían logrado desviar el 80% de sus residuos de los vertederos convirtiéndose en la urbe más grande de Estados Unidos con mayor tasa de reciclaje.

La meta de cero desperdicios no es fácil de alcanzar, pues depende de otros factores como los materiales que utilizan los productores al fabricar los objetos, rediseñar los procesos con los que son tratados esta clase de residuos, así como la adquisición o desarrollo de tecnologías especializadas para tales fines, todo ello, sin contar claro está, con la capacitación del personal destinado a estas actividades. Lo anterior, significa un desarrollo innovador y sumamente desgastante que conlleva muchas semanas y meses de cambios constantes.  

De esta manera, la ciudad californiana ha fijado una meta, la cual señala que para 2030, necesitará reducir la generación de basura en toda la ciudad en un 15% y el material enviado a vertederos o incineración en un 50%. Objetivos más plausibles sin duda alguna, aunque igualmente significativos. 

Para facilitar la implementación de estos objetivos y dinamizar la cultura colectiva de la sociedad local, se optó por la masificación y el establecimiento de tres diferentes contenedores: verde para compostaje, azul para reciclaje y negro para lo que debe ir al vertedero. 

Y si bien, es cierto que han ayudado a que las personas adopten la medida, también es cierto, que más de la mitad de lo que todavía queda en sus depósitos de basura se puede reciclar o compostar. Por lo tanto, para sistematizar esta forma de vida, el departamento de Medio Ambiente de San Francisco promueve constantemente esas acciones, así como la reducción y la reutilización de este tipo de materiales. 

Además, este organismo se ha asociado con productores para desarrollar un sistema de responsabilidad con el objetivo de pedirles que diseñen mejores productos y que asuman la responsabilidad de todo su ciclo de vida, incluida la devolución y el reciclaje, lo que conlleva un mayor grado de concientización y tecnificación en los insumos que a diario la gente consume en aquella demarcación. 

Lo que se ha visto hasta ahora en los cambios respecto al diseño de la política urbana en San Francisco, debe ser una referencia obligada en temas de política circular en el mundo y por supuesto, de sustentabilidad en el redireccionamiento del análisis geoestadístico y urbanista en la región latinoamericana. La utilización de la tecnificación combinada con la mejora en la experiencia del personal encargado de lidiar a diario con los residuos orgánicos e inorgánicos es fundamental para la evolución de los gobiernos locales hacia ecosistemas más amigables con el ser humano y por supuesto, con la calidad del aire y la conservación de las aguas en todo el planeta. 

El presente y el futuro inmediato de la gestión pública de las grandes urbes en el mundo debe repensarse no solamente respecto a su procesamiento y operatividad, sino, además, con relación al vínculo que priva entre el individuo y el modelo económico, con el que muchas sociedades del planeta han desarrollado sus cadenas productivas en los últimos años. Es momento de recomponer muchas de las estructuras productivas y las cadenas de suministro en el ámbito internacional, de no ser así, las consecuencias podrían ser funestas e irreversibles.  

LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES 

PRESIDENTE DEL INAP

MAAZ