El pasado noviembre, en su intervención en la COP-27, el ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu anunció que su país sería el primero del mundo en llegar al metaverso.
El aumento del nivel del mar como uno de tantos efectos del cambio climático representa para los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), retos titánicos.
El cambio climático es real y afecta a todos. A los embates climatológicos experimentados en los últimos años, se han añadido, sin despliegue informativo, la desaparición de islas (no habitadas) de baja altura en el Pacífico.
Desde hace varias décadas, los PEID se han movilizado para dar a conocer las amenazas a su existencia y emprender su propia lucha para no desaparecer. Han participado en todas las conferencias multilaterales sobre cambio climático donde fueron una voz consonante, aunque poco resonante.
Entre las declaraciones importantes se puede evocar el Programa de Acción de Barbados (1994), la Estrategia de Mauricio (2005) y la Trayectoria de Samoa (2014) que apuestan a un desarrollo sostenible.
Es hasta 2018 que la Asamblea General de la ONU con la resolución A/73/10, decidió inscribir al programa de la Comisión de Derecho Internacional (CDI), el tema la elevación del nivel del mar en relación con el derecho internacional.
El tema ocupa a un grupo de expertos que analizan las variadas aristas jurídicas: “significado de 'estabilidad jurídica', con especial atención a líneas de base y zonas marítimas; inmutabilidad e intangibilidad de fronteras; cambio fundamental de circunstancias (rebus sic stantibus); efectos en zonas económicas exclusivas de Estados ribereños opuestos; efectos de la situación en la que el término de una frontera terrestre acordada termina ubicado en el mar; principio de que 'la tierra domina el mar'; aguas históricas, equidad; soberanía permanente sobre recursos naturales; posible pérdida o ganancia de beneficios por parte de terceros Estados; límites marítimos y seguridad de la navegación; y relevancia de otras fuentes del derecho”.
La modificación de la extensión territorial de un Estado no sólo implica consecuencias geopolíticas y económicas, afecta profundamente el factor humano. Las poblaciones de los PEID de Oceanía son, en la actualidad, víctimas de frecuentes “desplazamientos climáticos” y pudieran encontrarse en situación de apátridas (Daniel Gracia Pérez).
Hagamos votos para que el Grupo de Estudio de la CDI que, en el 2024, se enfocará en “el aumento del nivel del mar en relación con la condición de Estado y la protección de las personas afectadas por el aumento del nivel del mar”, brindará esperanza para dichos pueblos y que el metaverso no sea “la única forma de preservar su país "pieza por pieza" para que puedan recordar a sus "hijos y nietos lo que fue su hogar" (Simon Kofe).
POR CATHERINE PRATI ROUSSELET
COORDINADORA DE POSGRADO Y EDUCACIÓN CONTINUA. FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES. UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO. @CATHPRATI
POR ARTURO ARIAS NEGRETE
EGRESADO DE LA MAESTRÍA EN ASUNTOS INTERNACIONALES. FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES. UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO. @AARIASN
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