MALOS MODOS

Adiós al tóper

Por eso, la aparente noticia –esperamos la confirmación– de que el secretario de Hacienda disfruta de una partida de 18 millones de pesos para comidas me resultó alentadora

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Su doctor de cabecera tiene que confesarlo: por herencia familiar y, sobre todo, porque los humanos somos habitualmente débiles ante la embestida de la tentación, como nos enseñan los cristianos de bien tipo nuestro Líder Eterno, le gusta comer y beber con ciertos lujos. Entiendo que hay que respetar los principios sacrosantos de la austeridad republicana, pero la verdad es que ver aquel tóper de Martí Batres, hace unos años, cuando empezaba este sexenio glorioso, con una queca fría y lo que me parece que era pepino en una bolsa de plástico –quiero pensar que no era una tuna: no es apta para el consumo humano y a Martí lo necesitamos fuerte y sano para impulsar la transformación–, me provocó escalofríos de los malos y hasta ciertas dudas digamos ideológicas. Por eso, la aparente noticia –esperamos la confirmación– de que el secretario de Hacienda disfruta de una partida de 18 millones de pesos para comidas me resultó alentadora.

          18 milloncitos, algo así como un millón de dólares, dan mucho de sí, incluso para precios tipo neoyorquino (su doctor de cabecera pasa unos días en esa ciudad, de ahí el comentario). Por eso, y dado que mi candidatura presidencial, como avisé en su momento, esperará a 2030, levanto la mano para ese cargo en el gabinete de la próxima presidenta. Antes de que empiecen a cuestionarme, se los digo como va: cumplo con todos los requisitos para encargarme de asuntos de dinero en la 4T: licenciatura trunca y nulos conocimientos de matemáticas, sí, pero 90% de honestidad y, sobre todo, un gusto a toda prueba por la alta gastronomía. Me estoy viendo. Martes, 10:00 AM, terminada la mañanera, benedictinos y champaña en la terraza de hotel del Zócalo, con cuidado de dejar un huequito para fotografiarte con un tlacoyo de puesto callejero. A las 12:30, ya que rompió el día, tres tequilas, por supuesto blancos, en alguna cantina. 14:30, comida en algún restaurante de buen nivel, pero con lonchera para el video a la salida de la secretaría. La comida con vino, por supuesto, y sin postre, no sea que nos caiga el etiquetado de Gatell. De vuelta a la oficina, una siesta de escritorio, dos juntas rápidas con Nespresso, y a casa. Una vez a la semana, foto con elote en la mano, en honor a las enseñanzas de nuestro líder.

          De hecho, con estas condiciones de trabajo, el doctor Patán, conocido por su flexibilidad profesional y sobre todo por su voluntad de servir al cambio desde cualquier trinchera en que se le necesite, está dispuesto a ceder en sus aspiraciones presidenciales a cambio de un periodo extra en Hacienda. Incluso estoy dispuesto a alguna foto con tupper, si se considera necesario reforzar el mensaje de austeridad de cara al pueblo bueno. Mi límite está en la tuna. No pienso ceder en eso. Se las cambio por la jícama, que es igual de mexicana.

POR: JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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