ARTE Y CONTEXTO

El código Hays; lo de ayer es lo de hoy

En 1930, un grupo de conservadores norteamericanos indignados por la inmoralidad de la industria cinematográfica, se reunieron en torno a William Hays para apoyar su moción.

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En 1930, un grupo de conservadores norteamericanos indignados por la inmoralidad de la industria cinematográfica, se reunieron en torno a William Hays para apoyar su moción. ¿De qué se trataba? De la publicación de una serie de normas que pretendían regular y poner freno a la creatividad de los guionistas, directores y actores de cine, es decir, de censurar las películas. De cancelarlas, como se dice ahora.

Antes de esta época el cine norteamericano tenía unos guiones extraordinarios en el estricto sentido de la palabra, porque las tramas de las historias y los temas de esa época me parecen fuera de lo ordinario, aun para nuestros tiempos. De 1920 a 1930 las películas mostraban con toda libertad historias de mujeres jefes de oficina que utilizaban a sus empleados para saciar sus deseos sexuales y después los botaban, sin moralejas catastróficas para ellas. También se hacían filmes donde se recreaban fiestas de cabaret divertidísimas con todos los asistentes bien vestidos, bebiendo y cantando felices, pero todos eran gays. Se besaban entre ellos, se sentaban en el regazo de sus compañeros y al final no les pasaba nada malo. A este feliz periodo se le llamó la época pre código (pre Hays code movies).

Sin embargo, se avecinaban tiempos sombríos. En 1934 comenzó a aplicarse el código rigurosamente, mismo que caducaría en 1967 cuando se inventó la clasificación por edades, pero antes de esto se pudieron filmar algunas películas a las que después les quitaron las partes censurables. Les voy a mencionar dos.

La primera es "Tarzán de los monos” de 1932, dirigida por W. S. Van Dyke, donde podemos ver a una joven y bellísima Maureen O'Sullivan como Jane, jugueteando en un árbol con Tarzán (Johnny Weissmüller).  Como dos adolescentes, los jóvenes personajes jugueteaban sobre una rama larga y fuerte que estaba sobre el río. Luego Jane es arrojada por Tarzán, que la carga y la despoja de su ligero vestido antes de precipitarla hacia el agua, donde cae desnuda. Tarzán se tira un clavado para alcanzarla y los dos continúan el inocente jugueteo que podemos ver gracias a una cámara submarina.

La escena dura tres largos minutos de tensión sexual, con una Jane desnuda, guapísima, bañada por los resplandores furtivos de la luz cuando penetra el agua y con una actitud nada sexual. La escena es hermosa, erótica y muy bien lograda; lo sé porque la acabo de ver para escribir con la memoria fresca. Sin embargo y de manera obvia, es la parte que posteriormente debieron cortar para no ofender a las mojigatas sensibilidades de los conservadores Republicanos de la época.

La otra película es “La reina Cristina” de 1933, dirigida por Rouben Mamoulian, en cuya trama podemos ver a Greta Garbo actuando como la reina de Suecia, que era una mujer empoderada y lesbiana, que además se trasvestía para darse la vuelta con sus novias sin levantar sospechas de los vasayos homofóbicos. De manera particular, esta película salvó de la quiebra a la industria, que estaba muy lastimada por la crisis del 29 y en peligro de desaparecer, sin embargo a los censores les pareció pornográfica y procaz, así que después de un montón de besos lésbicos muy bien puestos, también la censuraron.

¿Pero quién era el tal Hays? Willian H. Hays era un conservador norteamericano que había sido diácono presbiteriano, presidente del Partido Republicano y militante de ese mismo partido. De esto y de su surrealista actualidad quisiera hablar en otro texto, porque el tema es tan largo como preocupante, sobre todo por los tiempos de censura y cancelación frívola y denigrante que corren hoy. Sin embargo, aquí les dejo los principios generales de este fatal y “vigente” código censor, para que vayan pensando a qué se parece, en quién están pensando mientras lo leen y el peligro de las infinitas y peligrosas posibilidades que tiene su interpretación:

  • No se autorizará ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores. Nunca se conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el mal, el pecado.
  • Los géneros de vida descritos en la película serán correctos, teniendo en cuenta las exigencias particulares del drama y del espectáculo.
  • La ley, natural o humana, no será ridiculizada y la simpatía del auditorio no irá hacia aquellos que la violentan.

POR: JULEN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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