COLUMNA INVITADA

La diócesis pederasta

Lo indignante es que este despreciable personaje ha vivido protegido por las autoridades de la iglesia.

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La pederastia es un crimen repugnante. En su ejecución se presentan todas las agravantes: alevosía, ventaja, abuso de confianza, aumento deliberado e inhumano de sufrimiento de la víctima, sometimiento religioso… en fin; es una absoluta cobardía y, en consecuencia, debe castigarse con rigor; pero las sanciones penales no deberían limitarse al delincuente ejecutor, no, debemos ir más allá y sancionar con fuerza a quienes, por acción u omisión, encubren a estos delincuentes, pues esta protección hace que el delito se perpetúe y las víctimas aumenten.

Cuando pensamos que no hay dos miserias ni dos miserables juntos, este dualismo iglesia-pederasta nos da un golpe de realidad.

La curia diocesana mexicana no es la excepción. Gracias al periodismo de investigación valiente de algunos, esta semana volvió a la palestra el terrible caso del ex canciller de Norberto Rivera, declarado pederasta por el Vaticano que, impunemente, anda a sus anchas sin temor alguno a ser procesado judicialmente, aun cuando su caso ya fue dictaminado en Roma, y sus fueros eclesiásticos retirados, por ser un pederasta contumaz. 

Es temporada de cerdos (sin ofender a la especie porcina) y José Víctor Ortiz Montes, quien fuera secretario particular del cardenal Rivera, fue acusado, investigado y declarado culpable de pederastia, efebofilia y abuso sexual por el máximo colegio Vaticano y, no obstante, ha gozado de protección por parte de la Arquidiócesis Primada de México, quienes han encubierto a este depredador sexual de menores durante, por lo menos, 20 años.

A este mal nacido, también conocido como el “Padre Pepe Ortiz”, y orgulloso miembro  de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Cruzados de Cristo Rey, se le pueden atribuir, al menos, cinco denuncias formales y se estima que sus víctimas podrían ser más de treinta, ¡un marrano ejemplar!; y lo indignante, además, es que este despreciable personaje ha vivido protegido por las autoridades de la iglesia católica mexicana.

Claro, esto no debiera de extrañarnos (entre gitanos no se leen las cartas), ya lo vimos con Marcial Maciel y con la larga lista de curas depravados que han abusado, impunemente, de niñas y niños en nuestro país: No ha existido época o lugar alguno en los que el ser humano se comporte de una forma esencialmente diferente, ¡qué desgracia!

Corroe el cinismo y la hipocresía de la iglesia católica mexicana, la de sus funcionarios y jerarcas, tienen moral anestesiada, eso sí, se expresan contra el marxismo, el comunismo y todos los ismos diabólicos posibles de este mundo, pero guardan silencio sepulcral contra todos los sacerdotes pederastas y pedófilos que abundan en su rebaño, maniobran para hacer prevalecer la impunidad. Ya llegará la época en que, esta curia maloliente pierda su feligresía. 

“La tierra es oscura, el bosque espeso y opaco el sudario… (Albert Camus, La Caída, 1956)”.  

Por: Diego Latorre López

@diegolgpn

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