COLUMNA INVITADA

El lápiz (I)

Infaltable en la mochila de los útiles escolares de las niñas y niños, acompañado de los cuadernos

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Infaltable en la mochila de los útiles escolares de las niñas y niños, acompañado de los cuadernos, libros de texto, juegos de geometría, ábaco, manguillo, sacapuntas, crayolas, canicas, matatena y sus primos los colores; el lápiz, siempre con su punta afilada dispuesto a desplazarse por la libreta de cuadrícula, doble raya o bien de dibujo, el cual encontraba su lugar privilegiado en la parte superior del pupitre, ahí reposaba y se acomodaba.

En ocasiones por alguna razón el párvulo no llevaba su lápiz, por lo que el maestro lo auxiliaba y le proporcionaba uno; los más comunes eran amarillos de la marca Mirado, había otra clase de lápices, los usados por las secretarias para tomar el dictado en taquigrafía, pitman o gregg, los cuales eran muy delgados, de menor grosor, los arquitectos e ingenieros, también tenían sus lápices especiales.

En las oficinas, depositados como banderillas en un toro, los lápices descansaban en un vaso, Gerardo Estada, escribe en el libro Homenaje al lápiz, “Este negro -grisáceo, semicristalino, escamoso y grasiento al tacto material…nace en Inglaterra hacia 1565 para más tarde llegar a todo el resto de Europa y América”.

Por su parte el autor de Aura, Carlos Fuentes, agrega en el texto antes citado, “A la campaña de Egipto, Napoleón Bonaparte, llevó consigo al inventor del lápiz moderno, Nicolas-Jacques Conté…fue quien ideó el uso de delgadas varillas de grafito y arcilla insertas en un manguillo de fácil manipulación y transporte”.

Algunas reflexiones, escritas en el volumen del Homenaje al lápiz, el pintor Carlos Cuevas, escribió, “He sido y sigo siendo coleccionista de lápices. Tengo en mis baúles miles de ellos y como un avaro me gusta mirarlos y tocarlos olor a leña que produce la acumulación de ellos me fascina…”

Por su parte, la poeta Griselda Álvarez, “Te conocí en la infancia, quizá en primero de primaria, cuando todavía no me era permitido usar la pluma y mancharme con tinta todos los dedos…Compañero lápiz, de la mano en mi soledad, compañero en mi silencio”, La ensayista Neda G. de Anhalt, “Todo lo que he escrito y escribo, es con lápiz...Aunque se gaste, renace en otro, otros. Es inmortal”.

El poeta Marco Antonio Campos, en su texto El lápiz y dos ateneístas, rememora a don Alfonso Reyes, quien decía, “un verdadero escritor utiliza los dos extremos del lápiz, uno, para escribir; y otro para borrar, asimismo, recuerda a Mariano Silva y Aceves y su narración Campanitas de Plata, “A un señor que tenía un lápiz de le decían ‘el señor del lápiz dorado´ y él estaba, al parecer, muy orgulloso de tenerlo”

Continúa don Mariano Silva, “Mucho tiempo después vino a saberse, cuando el misterioso señor había muerto, que todos los libros que escribió sólo en la oscuridad podían leerse porque la escritura de aquel lápiz dorado estaba hecha de luz”.

El novelista norteamericano William Faulkner, autor de Santuario, expresaba, “El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel”.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ