NOTAS SIN PAUTA

La democracia y baile de las encuestas

En el intrincado tejido de la política mexicana, donde las pasiones arden

OPINIÓN

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Arturo Rodríguez García / Notas sin Pauta / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En el intrincado tejido de la política mexicana, donde las pasiones arden y las maquinaciones políticas nunca descansan, se desenvuelve un drama que no deja de asombrar y perturbar.

En el epicentro de este torbellino político detonado por el adelanto de la sucesión presidencial de 2024, las encuestas son protagonistas que delinean el futuro de las candidaturas presidenciales tanto en el partido en el poder, Morena, como en la hasta hace poco insólita coalición del Frente Amplio por México, donde convergen el PRI, el PAN y el PRD. En medio de lo que algunos llaman un proceso democrático, las dudas acechan sobre la auténtica esencia de la democracia de esos ejercicios.

Marcelo Ebrard, ex canciller y aspirante a la candidatura por Morena, ha alzado su voz hacia las encuestas y una pública desconfianza hacia las firmas encuestadoras que nadie sabe cuáles son. Sus críticas resuenan como el eco de una comunidad política cada vez más preocupada por la objetividad y la transparencia en los procesos de selección, porque les va a tocar su aplicación a quienes aspiran a otros cargos de elección popular.

El primer día de levantamiento de encuestas, según Ebrard, se convirtió en un espectáculo de caos e ineficiencia. El episodio arrojó sombras de duda sobre la confiabilidad del proceso y suscita la reedición de interrogantes acerca de la capacidad de Morena para llevar a cabo elecciones internas realmente transparentes.

En democracia, el respeto por los procedimientos y las normas es un pilar fundamental, y la posición del también ex jefe de gobierno capitalino, se lee como un anticipo de ruptura que se responde por Mario Delgado con un llamado al que nos hemos referido en un artículo anterior:

“Que nada ni nadie se interponga en la decisión que sólo corresponde al pueblo”.

Así lo dijo en el caso de Coahuila donde este año vimos la ruptura de Ricardo Mejía y de la coalición con el PT que lo postuló candidato, perjudicando el posicionamiento morenista. El mismo Mario Delgado fue producto de un proceso impugnado por el hoy extinto Porfirio Muñoz Ledo y numerosas fueron las impugnaciones a resultados de encuestas en las selecciones de candidatos para las intermedias de 2021.

El Frente Amplio por México ha optado por una metodología cuyo desenlace dejó perplejos a observadores políticos neutrales. La peculiar alianza entre partidos que en el pasado fueron feroces rivales representa un experimento político sin precedentes. Sin embargo, persiste la incógnita sobre si esta innovación respeta los principios democráticos o si se trata simplemente de un intento desesperado por mantenerse vigentes en el panorama político mexicano donde hay una tendencia a la hegemonía morenista desde 2018.

Es así, porque lejos de respetar su método, construido por expertos electoralistas, terminaron cancelando la posibilidad de llevarlo a su fin al excluir --por las formas-- de manera arbitraria, a la priísta Beatriz Paredes y posicionar a la panista Xóchitl Gálvez, dando pie al alegato sobre una reedición del “dedazo” pero por vía empresarial que ha deslizado el presidente López Obrador.

Por lo demás, la impaciencia y la urgencia por asegurar candidaturas desdibujaron el respeto a los plazos establecidos por la ley electoral. Y nos pusieron a todos a bailar el son de quien propició el adelanto, se engrosó el huateque y se olvidó que todavía no era tiempo de celebrar primarias.

Este menosprecio por los tiempos electorales minó de por sí la legitimidad del proceso y plantea serias interrogantes sobre la integridad de los líderes políticos por más que ambos procesos internos se pretendan normalizar.

La democracia demanda el respeto absoluto por las reglas y los tiempos, y cualquier desviación de estos principios erosiona la esencia misma de la democracia. Ambos la han erosionado. En el contexto de un México polarizado, donde las divisiones políticas
parecen insalvables, emitir un veredicto definitivo sobre el estado de la democracia resulta por ahora un imposible.

Existen motivos válidos para preocuparse por la integridad del proceso de selección de candidatos, cuando el partido en el poder es señalado por los propios de usar recursos públicos y tener favoritismo (caso Ebrard vs Sheinbaum) y cuando las oposiciones reunidas (que, por si fuera poco, llevan a cuestas una historia antidemocrática) son incapaces de llevar al fin la metodologia democrática que tanto presumieron al construirla.

La democracia es un proceso en constante evolución y los desafíos inherentes son una parte natural de su desarrollo. En el umbral de un nuevo ciclo electoral, en marcha de hecho aunque no de derecho, México se encuentra en un momento trascendental:

La polarización y la desconfianza pueden conducir a la decadencia democrática, o bien, pueden ser el motor que impulse a la acción. Es imperativo que todos los actores políticos, desde los líderes partidarios hasta los ciudadanos, se comprometan a fortalecer las instituciones democráticas y garantizar la transparencia y la equidad en el proceso electoral pero precisamente eso es lo que en cada oportunidad se pone en duda históricamente y, por lo visto, esta vez no será la excepción.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ

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