EN LOS MARES DE LA EDUCACIÓN

Regreso a clases

Ha pasado más de un ciclo escolar y seguimos sin un verdadero diagnóstico nacional de dónde estamos parados

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / En los Mares de la Educación / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Con el nuevo ciclo escolar en marcha, tras una temporada en tierra, volvemos a navegar en “Los mares de la educación”. Las aguas educativas en los meses veraniegos suelen estar tranquilas, pero este año fue diferente. El agitador fueron los nuevos libros de texto de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que desataron una serie de controversias antes del regreso a clases.

Los libros de texto son un componente importante en cualquier proyecto educativo y su análisis minucioso es necesario, pero, en buena medida, la discusión pública en torno a estos materiales ha carecido de sustancia. Peor aún, ha opacado otros temas de mucha mayor relevancia que deberían estar en boca de todos, pero de los que sólo hablan unos cuantos.

Un ejemplo es la carencia de evaluaciones para conocer los efectos de la pandemia en el aprendizaje de los estudiantes. Ha pasado más de un ciclo escolar completo y seguimos sin un verdadero diagnóstico nacional de dónde estamos parados, con consecuencias cuya gravedad todavía no alcanzamos a vislumbrar.

Los indicadores que recientemente publicó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe Panorama de la educación reflejan este descuido. De 2019 a 2020 —el primer año de la pandemia y el periodo más reciente con datos disponibles—, el gasto por estudiante de tiempo completo disminuyó 9.6 por ciento en México, mientras que en los países de la OCDE aumentó, en promedio, 0.4 por ciento.

Las cifras en términos absolutos apuntan en la misma dirección: mientras que el gasto promedio por estudiante de tiempo completo en los países de la OCDE asciende a 12 mil 647 dólares al año, en México el monto es de tres mil 239 dólares (ajustado por paridad de poder adquisitivo). Esta brecha podría deberse a que el gasto en educación varía en función del nivel de ingreso de los países: aquellos con un PIB per cápita más alto tienden a gastar más por estudiante. No obstante, el gasto por estudiante en México equivale a 18 por ciento del PIB per cápita, muy por debajo del promedio de la OCDE, que es de 27 por ciento.

En conclusión, mientras no tomemos las medidas necesarias para hacer de la educación una verdadera prioridad nacional, mientras ni siquiera seamos capaces de diagnosticar la magnitud del rezago educativo actual, difícilmente podremos garantizar el derecho a la educación de nuestros niños, en especial los más vulnerables.

POR ANTONIO ARGÜELLES

COLABORADOR

@MEXICANO_ACTIVO

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