APUNTES DE GUERRA

Gritos y Sombrerazos

Estás pasadas fiestas patrias fueron verdaderamente memorables, pero no por las razones que uno quisiera.

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Más allá de la tradicional colección de gazapos de servidores públicos que engalanan o desentonan con sus variantes (este año se llevó el premio el alcalde sonorense que gritó “¡Qué viva el erótico pueblo de Huatabampo!”), ahora las festividades se politizaron al extremo. Nada sorprendente, considerando que el se ha sido el tenor de los últimos cinco años.

En esta ocasión la mayor parte de los desaciertos estuvieron del lado del gobierno federal y  hay que decirlo, directamente del presidente de la República, quien con su decisión de no invitar a los representantes de los poderes legislativo y judicial ni a la ceremonia del Grito ni al desfile del 16 de septiembre empañó lo que debería ser una conmemoración sin tintes partidistas,  aunque sea por  una noche y un día a los mexicanos de las más diversas y divergentes posiciones políticas.

Habrá quien diga que siendo él el anfitrión está en todo su derecho de invitar o no a quién le plazca, al fin y al cabo son ceremonias que se llevan a cabo en la sede oficial del Poder Ejecutivo, pero quien argumente eso se equivoca: Palacio Nacional es eso, de la nación, y el presidente es, o debe de serlo, de todos los mexicanos, no solo de los que con él comulgan o le simpatizan. Y de nada valen aquí las descalificaciones a la Corte o al Legislativo o a quienes los encabezan: son también representantes del Estado mexicano y de todos nosotros, nos guste o no.

No es la primera vez que lamento la tendencia de este gobierno a denostar públicamente y excluir a sus críticos, y lo sucedido solo comprueba que la tendencia sólo se intensifica con el avance del sexenio.

Otro gazapo, menor pero no insignificante, concentró la atención el día del desfile:

la participación de un contingente militar ruso provocó airadas y comprensibles protestas por parte de la embajada de Ucrania en México, a las que se sumaron muchas voces de ciudadanos apartidistas y, por supuesto, también de representantes de la oposición. El asunto no es menor: estando en guerra Rusia y Ucrania por la invasión de la primera a la segunda, permitir la participación de representativos de cualquiera de los dos países equivale a tomar partido, mostrar preferencias. Y eso está doblemente mal, primero porque el gobierno mexicano ha condenado abiertamente la invasión rusa y luego porque la largamente cuidada tradición de neutralidad y no intervención mexicana quedó, por decirlo amablemente, en el limbo.

Puede haber sido un error burocrático (algún oficial menor que envió invitaciones a urbi et orbi), pero en estas cosas la forma es fondo y la imagen que se dió fue de favoritismo al invasor.

Tantos asuntos importantes para la nación, para terminar enredados en los gritos y sombrerazos.

Diría el divo: pero qué necesidad…

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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