LA NUEVA ANORMALIDAD

Desconectar a HAL

La supercomputadora de "2001, odisea en el espacio" guarda paralelismos con todo aquél que se cree poseedor de la verdad; llámese presidente, dictador o dirigente

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado fin de semana el Auditorio Nacional se vio abarrotado por la proyección con acompañamiento sinfónico de una película que no fue un taquillazo en su momento y que, si bien considerada un clásico, no se antoja a priori el tipo de cosa que inspire fervor masivo. Que 10 mil personas paguen boleto caro para ver la 2001, odisea del espacio de Stanley Kubrick 55 años después de su estreno y en la Ciudad de México es testimonio del genio del cineasta no sólo en tanto problematizador de las sociedades, escrutador de las almas y constructor de imágenes inolvidables sino en tanto pulsador de resortes emocionales. Ya sabía que 2001 es pregunta filosófica de la hondura de El año pasado en Marienbad; esa noche constaté que también es un hito pop de la magnitud de Star Wars.

Llegué a esa conclusión antes incluso de la primera nota del Zarathustra de Strauss. Más paulatino fue el descubrimiento –me tomó buena parte de la función– de lo pertinente que resulta al momento que vivimos. Doy por descontado que, como Vértigo o El padrino, 2001 es una película que aborda temas eternos; la sorpresa es que, más allá, toca asuntos más relevantes hoy que hace 55 años, y quizás más hoy que dentro de 55.

Está primero la inteligencia artificial encarnada por HAL, la computadora de la nave cuya misión a Júpiter ocupa la parte medular de la trama. HAL se revela falible –aun si mucho menos que esa bagatela llamada Chat GPT– y previsiblemente peligrosa –no se tentará el corazón que no tiene para atentar contra vidas humanas a fin de garantizar su propia supervivencia–, lo que abona a discusiones hoy vigentes o, cuando menos, en boga: Kubrick y su coautor Arthur C. Clarke anticiparon, en efecto, hace más de medio siglo lo que tanto nos ocupa hoy. Tan asombrosa como resulta la premonición de HAL en tanto constructo de inteligencia artificial, su naturaleza interpela menos nuestra época que las razones que la llevan a actuar como actúa.

HAL comete un error en el diagnóstico de una avería en la nave; una inspección física y una verificación con una computadora gemela lo comprueban. Confrontada a esto, descarta en redondo la posibilidad de equivocarse: el error es por definición humano, ergo ajeno. Enfrentada a la evidencia, HAL tiene otros datos; descreídos estos por los demás, HAL ve amenazada su supervivencia como factor de poder y ataca, con consecuencias trágicas.

Si el lector piensa que pretendo hacer una parábola admonitoria sobre el proceder del presidente de México acierta pero se queda corto: figuras públicas que van de Enrique Alfaro a Eduardo Verástegui, de Benjamín Netanyahu a Kim Jong Un, y de Luis Rubiales a sus detractores lucran hoy con la certeza, asumen su visión infalible, los matices inconcebibles, la duda artera.

La nave corre peligro.

Es hora de desconectar a HAL.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

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