POLITEIA

Bastón Sin Mando

Del lado del gobierno, la preocupación por garantizar la continuidad, les ha llevado a poner en marcha toda la fuerza del estado a favor de la candidata oficial

OPINIÓN

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Marco Adame / Poliedro / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El mayor peligro para la vida democrática es el populismo, esa forma degradada de democracia que promete hacer el bien en nombre de los más grandes ideales democráticos, pero que en realidad, impone un sistema absolutamente antidemocrático y una visión de país sometida a la voluntad de un líder mesiánico, dotado de una supuesta superioridad moral y de la representación exclusiva del “pueblo bueno”, frente a las élites que lo han traicionado y lo amenazan. 

Como afirma Jan-Werner Müller en su libro ¿Qué es el Populismo? la concepción totalitaria de la representación popular y la exaltación del miedo y el resentimiento que caracteriza la personalidad y el discurso de los líderes populistas se traduce en la negación de la pluralidad, de cualquier intermediación y en intolerancia a la disidencia. 

Por lo tanto, no hay necesidad de debatir, de rendir cuentas, de respetar la división de poderes; tampoco de considerar a los medios de comunicación, a la oposición  o a las organizaciones sociales, basta con simular que el pueblo manda y que, como decía Perón, “el gobierno hace lo que el pueblo quiere”. 

Durante el actual gobierno, nuestro país ha resentido los efectos de la transformación populista que impulsa el grupo en el poder. De cara a la sucesión presidencial, se debate entre el compromiso irrestricto con la continuidad, como condición única para quien aspira a suceder al presidente Lopez Obrador; y la necesidad de un cambio democrático por parte de la oposición. La polarización preexistente anticipa una elección plebiscitaria, en la que estará en juego no solo la aprobación presidencial, sino la identidad con los valores y principios democráticos como sistema de vida. 

Del lado del gobierno, la preocupación por garantizar la continuidad, les ha llevado a poner en marcha toda la fuerza del estado a favor de la candidata oficial. La nota ha sido el uso faccioso del poder, de los órganos de procuración de justicia y fiscalización, del presupuesto, de los programas sociales y de todo tipo de prácticas antidemocráticas -hoy denunciadas por los perdedores en sus órganos partidistas-  para imponer a la sucesora designada por el líder máximo del movimiento.

Ante las impugnaciones, se puede anticipar la respuesta a los inconformes. En la cuarta transformación no cabe la disidencia, pues como en todo movimiento populista, “su dirigencia es monolítica y sus integrantes proclives al autoritarismo y claramente subordinados a la voluntad del líder único”. Por si hiciera falta, el simbolismo de la entrega del “bastón de mando”, confirma de voluntad irrestricta a la que debe ceñirse la candidata de Morena.

El fundamentalismo populista deja sin margen de maniobra a la representante del movimiento trasformador, la dependencia total a la que está sujeta, mimetiza su comportamiento y condiciona sus decisiones a la voluntad de un poder que se anticipa meta constitucional y transexenal. En estricto sentido, se puede decir que la recién ungida ha recibido un bastón sin mando.

Durante el proceso electoral estarán ante nosotros dos visiones de país: la del populismo autoritario, con sus efectos devastadores acumulados durante estos cinco años de gobierno; y la del cambio democrático, comprometido con la defensa de las libertades y el desarrollo inclusivo. El voto libre de los ciudadanos decidirá el rumbo. 

POR MARCO ADAME 
ANALISTA Y CONSULTOR POLÍTICO 

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