Inevitable, para muchos espectadores del deporte más popular del planeta, sentir nostalgia aquellos primeros días de julio, cuando se anunciaba el fichaje de Lionel Messi, con el Inter Miami, escuadra de la que años atrás ya se había hablado que pudiera alcanzar un acuerdo con el rosarino.
Y así fue. David Beckham relató emocionado la manera en la que le cayó, incluso, hasta de sorpresa la llamada del representante del actual campeón del mundo para confirmarle que le había dado el sí a la Liga de los Estados Unidos.
El argumento para fichar fue entre otras cosas para tener una vida lejos de las grandes exigencias a las que estaba sujeto en el Viejo Continente, donde cada año estaba obligado a ganar los máximos galardones del balompié.
La percepción de la generalidad del argot futbolístico fue que su nivel iba a decaer de forma inmediata ante los lujos, pero, sobre todo, de la tranquilidad que impera en la ciudad floridana y el nivel creciente, pero muy lejano a las ligas de élite. Se daba por sentado que era el principio del fin de una carrera meteórica.
Me llamó mucho la atención, que a sus 36 años recién cumplidos, haya tomado la decisión de abandonar el otro lado del Atlántico.
A esa edad, la parte antagónica del astro argentino, Cristiano Ronaldo aún seguía en las ligas de élite marcando diferencias. Pero, sobre todo, que el nivel que todavía presumía Messi era bestial, a pesar de algunos que se atrevían a ponerlo en tela de juicio en la capital de la moda francesa, en donde la falta de un proyecto sólido le cobró factura.
En la Ligue 1, tuvo los despreciables dividendos (léase en tono sarcástico) de 16 goles y 16 asistencias en el mismo número de partidos. En Champions, tuvo cuatro goles y cuatro colaboraciones en siete choques. En las dos competencias más relevantes contabilizó, entonces, 40 participaciones directas en goles en 39 encuentros.
Eso nos daba material para asumir, además de lo que hizo en el Mundial, que tenía mucho todavía para entregarle al máximo nivel. Y sin embargo, decidió pisar el balompié de los Estados Unidos, donde en los cuatro duelos que ha disputado en la Leagues Cup, ya contabiliza siete goles y otra asistencia. Locura total.
Messi le ha dado todo al futbol. Ahora es tiempo de que el balompié se lo empiece a regresar a manos llenas. A nosotros, nos compete seguir disfrutando la pulverización que le dará a la MLS, si todo sale bien con su forma física. A este ritmo será el máximo romperredes de la historia, y seguramente nadie lo rebasará en unas cuántas generaciones.
Somos bendecidos de presenciar a un atleta irremplazable. Lionel tiene todos los argumentos para romper todo el año la MLS, regresar a Europa con el que se le dé la gana y volverla a romper. Gocémoslo.
POR JOSÉ EDUARDO IGA
TITULAR DE HERALDO DEPORTES LAGUNA EN EL HERALDO RADIO TORREÓN
@JOSE_IGA
MAAZ