APUNTES DE GUERRA

¿Educación Pública con secretos?

Todo el proceso de elaboración, análisis y discusión de los programas educativos está mejor resguardado que los secretos militares

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Un fantasma recorre México. No es el del comunismo, pero sí el de la polarización excesiva de todo lo público: lo mismo las posiciones políticas que los actos y las obras de gobierno que las críticas que se les hacen, o las propuestas (es un decir) de los políticos y aspirantes a cargos futuros, todo está impregnado del horrendo, nefasto e inútil tufo del extremismo.

El fantasma de la ideologización lo es en toda forma: lo suponemos, lo creemos ver y oír, pero en realidad se trata de remedos trasnochados: izquierdas sesenteras que se encuentran combatiendo a derechas salidas de los tiempos de los cristeros. El estalinismo y el macartismo se vuelven a enfrentar.

Mucha de la discusión en torno a los nuevos libros de texto gratuitos refleja esa falsa disyuntiva: lo que debería ser un debate de fondo acerca de modelos educativos se ha convertido en un pleito de vecindad en que cada quien acusa al otro de ser un extremista, y en sus acusaciones refleja sus respectivas intolerancias.

El peligro real, y muy tangible, es el de la secrecía y la opacidad. Todo el proceso de elaboración, análisis y discusión de los programas educativos está mejor resguardado que los secretos militares.

Es un error garrafal de sus autores: un amplio debate nacional se hubiese prestado a algunas de las críticas que hoy vemos en los sectores más radicales de la oposición, pero también hubiese permitido corregir muchos de los errores factuales que se han  señalado, además de propiciar una conversación seria acerca de distintos modelos educativos y su idoneidad (o no) para los tiempos que corren.

En Democracia y Secreto, Norberto Bobbio señala que el ocultamiento de la cosa pública es la prueba de fuego de su inmoralidad y, citando a Kant, que la única manera de hacer converger a la moral con la política es institucionalizando la difusión (y por lo tanto el rendimiento de cuentas) sobre sus actos.

Tienen razón Bobbio y Kant: el secreto es incompatible con el buen ejercicio del poder, con las obvias excepciones de asuntos de seguridad nacional, pero no de una guía de profesores o un libro de texto que por su misma naturaleza terminarán siendo divulgados -o tergiversados- por otros.

A mi no me preocupa tanto el asunto de la supuesta ideologización de los textos. No creo que Paulo Freire sea un engendro del comunismo, sino un reconocido teórico del concepto de la pedagogía crítica. A quienes tanto les molesta es porque o ignoran sus aportes o porque se dan cuenta de que en el fondo toda política educativa tiene un sesgo ideológico y este, el de Freire, es distinto al de ellos.

En resumen, queridos lectores, sí este asunto se hubiese discutido públicamente en su momento, no estaríamos hoy ante un mal borrador de libros de texto que terminarán forzosamente en el cesto de basura en unos pocos años. 

Y es que los malos secretos, cuando se airean, se echan a perder.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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