LA SARTÉN POR EL MANGO

Fecundidad, dilema de la modernidad

La ilusión por un hijo sigue siendo la esperanza de numerosas parejas que sufren por infertilidad. Otras, en cambio, sintiéndose incapaces de enfrentar un mundo saturado de problemas, llegan a platearse el no tener hijos como algo deseable

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto / El sartén por el mango / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La ilusión por un hijo sigue siendo la esperanza de numerosas parejas que sufren por infertilidad. Otras, en cambio, sintiéndose incapaces de enfrentar un mundo saturado de problemas, llegan a platearse el no tener hijos como algo deseable. Los desafíos que representa la modernidad parecen desbordarles. Los mensajes que reciben, en su mayoría negativos, sumados a la mentalidad antinatalista que satura el ambiente, minan la esperanza de la juventud y el deseo natural de perpetuarse en sus hijos con la esperanza de heredarles un mundo mejor. El pesimismo ha llegado a tal grado, que algunos prefieren mantener mascotas que criar niños, perros o gatos que no les representen mayor compromiso, seres vivos incapaces de establecer vínculos permanentes más allá de la buena compañía. 

Enfrentamos una de las mayores crisis ambientales por el cambio climático. Es preferible no tener hijos, concluyen las aves de mal agüero. Los hijos contaminan, deterioran el medio ambiente, ya somos demasiados los seres humanos que habitamos el planeta. El envejecimiento de la población anuncia una debacle económica en la que, pocos jóvenes, tendrán que mantener al grueso de una población envejecida. Mensajes alarmistas, como estos, además de ser contradictorios entre sí, carecen de fundamentación científica al considerar solamente una parte del problema. Sus catastróficos presagios lo único que hacen es agravar la situación.

Hasta el Fondo de Población de Naciones Unidas, (UNFPA) tan proclive a desalentar la natalidad en décadas pasadas, ha reconocido la necesidad de fomentar los nacimientos para revertir una situación que se presenta grave: resulta que el índice de fecundidad de dos tercios de la población actual está por debajo del nivel de reemplazamiento equivalente a dos hijos por mujer. “Más que ‘invierno’, yo lo defino como ‘infierno’ demográfico”, dijo Eugenia Roccella, ministra de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades de Italia, en una Comisión del Senado a principios de año. “Todos conocemos las cifras”. (Aceprensa julio 2023). 

La situación es angustiante a nivel mundial, siendo que la cifra clave para la reposición poblacional es de 2,2 hijos por mujer. En el viejo continente la fecundidad desciende drásticamente sin posibilidad de revertir la caída brutal sufrida durante las últimas décadas. Esta oscila entre 1,19 hijos por mujer en España, 1,25 en Italia, 1,35 en Portugal y 1,54 en Alemania, siendo Francia con 1,84 el país más fecundo en Europa Central. La tasa más baja de natalidad entre los países desarrollados corresponde a Corea del Sur con menos de un hijo nacido por mujer. Una tendencia similar, —drásticamente a la baja— presentan los demás países asiáticos: China con 1,16 y Japón con 1,3. Este último ha comenzado a incentivar los nacimientos apoyando a las madres de familia a través de sus políticas públicas otorgando subsidios.

Lo mismo están haciendo países con índices menores a 1,12 nacimientos como Suecia, Noruega, República Checa y Finlandia. África es el continente más prominente en fecundidad, sus tasas ascienden a 6,16 en República del Congo, 5,3 en Angola y 4,16 en Etiopía. 

La presión sufrida en América Latina a través de la ONU y otros organismos internacionales para disminuir el índice de natalidad, —que en la década de los 70 superaba los 5 hijos nacidos por mujer—, provocó que descendiera rápidamente. Actualmente, es de 2,06 hijos por mujer, sin alcanzar los 2,2 correspondientes a la tasa de reemplazo. En México, las políticas antinatalistas difundidas a partir del presidente Echeverría, con aquello de vámonos haciendo menos, o la familia pequeña vive mejor, la situación amenaza con ser angustiante, aunque no lo parezca. El índice de natalidad en 2022 fue de 1,9 con tendencia a mantener un ritmo descendente, si es que el gobierno no recapacita en su mentalidad favorable a desalentar la vida por nacer. 

Mantener una fecundidad en equilibrio asegura la permanencia y prosperidad de una nación. Los hijos representan un don, son la esperanza del futuro, no una amenaza, como consideran los heraldos de las sociedades decadentes, aquellas que están en peligro de extinción.

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO

ESCRITORA, ART DEALER, AMA DE CASA Y MAMÁ

PAZ@FERNANDEZCUETO.COM


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