Desde una perspectiva analítica multifactorial, incluyendo criterios legales, psicológicos y sociológicos; la reciente y lamentable declaración de la Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, la inefable Nadine Gasman, acerca de “aguantar vara”, plantea serias preocupaciones éticas en relación con la igualdad de género, el respeto y la justicia en el ámbito político.
La deontología se centra en el deber y la moralidad de las acciones, y en este contexto, es inadmisible que una figura pública, especialmente alguien en una posición de liderazgo que supuestamente trabaja en la promoción de los derechos de las mujeres, emita comentarios que puedan perpetuar la discriminación y la violencia de género.
En pocas palabras, su visión distorsionada acerca de lo que es la resiliencia, es en los hechos un beneplácito para que desde la cúspide del poder se puedan seguir emitiendo francos agravios y epítetos lamentables en contra de toda mujer que no tenga militancia en esa entelequia denominada como “4T”.
El mensaje es terrible, porque las declaraciones de Gasman minimizan la importancia de denunciar la violencia política de género, lo cual es lamentable porque pretende que toda mujer que sea depositaria de agravios con el propósito de menoscabar sus derechos políticos, mejor se quede callada y no invoque la aplicación de leyes que sirven para salvaguardar sus derechos y sancionar a toda persona que se atreva a regatear sus aptitudes y a minimizar sus aspiraciones con insultos y mentiras.
La violencia política de género no solo afecta a las mujeres individualmente, sino que también socava la integridad del proceso democrático al desalentar la participación igualitaria y libre de las mujeres en la política en cualquier ámbito. En este sentido, las declaraciones que sugieren que las mujeres deberían ser más "resilientes" y aceptar los insultos y denigraciones van en contra de los principios de igualdad y no discriminación consagrados en las leyes.
Nadine Gasman ha confesado con genuino cinismo que tiene un entendimiento insuficiente de la realidad que enfrentan las mujeres en la política, a pesar de que se precia de ser una especialista. Las mujeres políticas a menudo enfrentan desafíos únicos y patrones sistemáticos de discriminación y violencia que no pueden ser abordados simplemente a través de la "resiliencia".
Las denuncias de violencia política de género son instrumentos importantes para destacar y abordar estas problemáticas, y desestimar su relevancia socava los esfuerzos para lograr una participación política genuinamente equitativa y libre de violencia.
Bien lo dijo Marcela Lagarde: "Negar la realidad de la violencia contra las mujeres es perpetuarla. Solo al reconocerla y abordarla de manera integral podemos avanzar hacia sociedades más justas y equitativas". Nadie debe “aguantar vara” cuando se hace violencia política de género
POR LORENA PIÑÓN RIVERA
Diputada federal
@lorenapignon
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