HIEL Y MIEL

La ciencia no se toca

Educar (o gobernar) no puede tratarse de imponer a todos la verdad a la que llegó uno o cuando mucho un grupo de individuos

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La ciencia, decía Carl Sagan (astrónomo y divulgador científico estadounidense, 1934-1966) es una luz en medio de la oscuridad que nos rodea. Si triunfa la superstición, la codicia o la estupidez, dijo, nos hundiremos en una época más oscura que todo lo que haya vivido previamente la humanidad. Profecía aterrorizante ya que podríamos estar a punto de entrar en ella. Ojalá me equivoque.

Sagan se refiere, especialmente en su libro “El mundo y sus demonios”, a lo que él llama “la celebración de la ignorancia” y con pesar debo reconocer que en esas estamos, no solo en México sino en otras partes del mundo.

El desdén, ignorancia y la falta de respeto por parte de muchos políticos, evidente en este 2023, por la ciencia, la razón y el conocimiento, es un muy mal augurio para el desarrollo intelectual de niños y niñas en nuestro país. Estamos en un momento en donde los empoderados ideólogos del régimen han tomado el lugar de científicos y expertos para deslumbrarnos con su terquedad y estupidez a prueba de todo. Las consecuencias son desde luego, de pronóstico reservado para las nuevas generaciones. Y hablo ¡claro! de lo que está sucediendo hoy con los libros de texto por distribuirse para el año escolar que pronto comienza en México.

Dice una autora tan sabia como Hannah Arendt que la educación es lo primero que se destruye cuando emergen los totalitarismos. Y es que la búsqueda del conocimiento y la universalidad que conlleva no pasa por el intento de imponer un pensamiento único. El verdadero propósito de la educación, creemos muchos, es comprender y pensar. Las limitaciones impuestas para estrechar la comprensión y reducir a una las diversas formas de entender el entorno resultan siempre por definición antidemocráticas. Podemos permitir que esto suceda solo si aceptamos que la libertad es un impedimento. Yo me niego a ello.

Educar y aprender no es acumular conocimientos, es tener acceso a ellos y elaborar nuestros propios juicios y evaluaciones. Y todo eso es lo que posibilita la convivencia. Las ciudades, las civilizaciones, nacieron gracias a la capacidad de aceptar al otro y vivir sometidos y protegidos al mismo tiempo por la ley. Si no se dan estos supuestos nuestra libertad está en problemas. Los autoritarismos crecen y se nutren de una educación a modo, que adoctrine en vez de enseñar a pensar.

Me gustaría, si se me permite, una sugerencia al Sr. Marx (no Carlos sino Arriaga) y recordarle que la educación no debe unirse a la ideología. Dicen los estudiosos del tema que deben transcurrir en carriles separados y los demócratas estamos de acuerdo con ello. Educar (o gobernar) no puede tratarse de imponer a todos la verdad a la que llegó uno o cuando mucho un grupo de individuos. Debemos oponernos con pasión y vehemencia a uniformar nuestras convicciones. En eso sí creo. No permitamos el triunfo de la estupidez. Estamos a tiempo. La ciencia no se toca.

 

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

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