LA ESCENA EXPANDIDA

¿A quién le hablan los artistas de la escena?

Es un teatro que, de tan culto, es inaccesible a toda la población, aunque seguramente muchos creadores dirán lo contrario, porque el buen arte es para todos

OPINIÓN

·
Juan Hernández / La escena expandida / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Esta reflexión nació de una pequeña interacción que tuve con un joven estudiante del Instituto Politécnico Nacional. Le comenté mi intención de ir al teatro y, sin más, me soltó lo siguiente:

—Sólo una puesta en escena me ha gustado. Creo que las historias y los actores se enfocan más en lo que ellos quieren lograr, que en lo que le causarán al espectador.

Carlos, así se llama, no es un especialista en teatro o danza, es un chico que va a la escuela y  ha tenido oportunidad de ir, de vez en cuando, a ver teatro. Pero su manera tan sincera y espontánea de decir su pensamiento me hizo moverme de sitio para entender su punto de vista.

Porque sí, hay un teatro que busca desentrañar lo más profundo y misterioso de la condición humana, que duele porque refleja al mundo en el que vivimos, que transforma por la filosofía de la cual proviene. Sin embargo, es un teatro que, de tan culto, es inaccesible a toda la población, aunque seguramente muchos creadores dirán lo contrario, porque el buen arte es para todos. No lo creo así. Hacen falta referentes, conocimientos previos, una forma de racionalizar y de sensibilizar la percepción, es decir, un bagaje que permita acceder a aquellos lenguajes que nos hablan de lo esencial. Y eso no sólo en el teatro, en todas las artes conocidas.

Carlos, de 24 años de edad, no se percató de lo que su pensamiento había causado en mí. Seguimos platicando. No sabía que iba al teatro porque es parte de lo que hago profesionalmente, así que me volvió a increpar.

— ¿Para qué vas al teatro? Además, está lloviendo.

Me le quedé viendo, atónito, mientras él bebía su bebida endulzada. Decidí indagar más en su pensamiento, para mí dejó de ser sólo un chico, ahora representaba, de alguna manera, a las audiencias; no a los que vamos al teatro porque está en nuestra currículo y estilo de vida, sino a la gente a la que deberían hablarles las artes.

— ¿Qué tipo de historias te gustaría que se contarán en el teatro?, pregunté.

— Pues cosas que hablen de cosas que vivimos, pero de verdad. No soporto a quienes no muestran quienes realmente son. Además, tampoco me gusta que nos vean como si todos fuéramos pendejos. Así nos ven los maestros en la escuela, y luego vas al teatro y sientes lo mismo. Muchos de los que entran a esa área (se refiere al teatro), quieren hablar de su persona y lo peor es que sus mismas historias de vida son aburridas.

Carlos miró hacia arriba y dijo: Va a llover muy fuerte hoy. Mejor ya me voy.

Se fue sin darse cuenta de lo profundo que puede ser el pensamiento, de las resonancias que puede dejar en otra persona, de lo importante de su pensamiento para mí y, me atrevería a decir, que para muchos de los que nos deleitamos con este arte de la escena, a la que vamos casi a cumplir con un ritual, que forma parte de nuestros hábitos, que somos conocedores ya de los actores, de los directores, escenógrafos, músicos de teatro, diseñadores de vestuarios y hasta a los acomodadores. Una especie de familia, que aplaudimos cada semana a nuestros amigos, pares, conocidos.

Pero me pregunto, ¿a quién le habla el teatro de nuestro tiempo? Somos nosotros mismos un grupo endógamo que dialogamos de manera acrítica, o cuál es el propósito de estar ahí cada semana, no importa si llueve, truene o relampaguee; si somos uno, dos o 50. ¿Es el teatro un hábito o una expresión que debería encontrar su contraparte en el “otro”, es decir, aquel que no forma parte de ese grupo endogámico? Al otro que pasa de largo frente al trabajo de los artistas, que no se interesa porque no se ve incluido, o porque simplemente encuentra demasiado ensimismamiento en las historias y las maneras en que se cuentan.

No lo sé, es un tema para reflexionar. Carlos puede ignorar muchas cosas de lo que hace importante al teatro, pero lo que sí sabe, y muy bien, es qué si le gusta, qué si le habla, qué sí lo toca y transforma. Me pregunto cuantos Carlos hay en nuestra sociedad, que ven desde ese lugar a las artes escénicas, aunque las artes escénicas no los vea a ellos y tampoco sean de su interés. No lo sé. Es una pregunta.

 

POR JUAN HERNÁNDEZ
IG:@JUANHERNANDEZ4248  
TW: @ISLAS33


LSN