DIPLONOTAS

El Péndulo Latinoamericano y Europa

Sólo conociéndolos de primera mano se puede tener algún tipo de relación eficiente con gobiernos que por su origen pueden alterar caprichosamente el orden mundial

OPINIÓN

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Beata Wojna / Diplonotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cómo debe construirse la relación entre la Unión Europea y los países latinoamericanos? 

Esta era una pregunta que apenas unos años atrás tenía una respuesta relativamente sencilla: la relación era institucional y se basaba en el respeto a las elecciones democráticas en los países de la región. 

Así ocurría mientras los latinoamericanos viraban entre gobiernos de izquierda y de derecha.

No obstante, en los últimos tiempos parece que esta relación se ha complicado a tal grado que Europa tendrá qué observar con minuciosidad cada nuevo gobierno que emerge en América Latina y prestar gran atención a los competidores que están muy presentes en la región latinoamericana, como China, Rusia e incluso los Estados Unidos. 

No es lo mismo relacionarse con Luis Ignacio Lula da Silva, de la primera década de este siglo, que con la nueva versión, que incluye un líder notoriamente antioccidental que quiere eliminar al dólar de las transacciones comerciales brasileñas, lanzar una nueva moneda en conjunto con los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y constituir a ese bloque como un contrapeso al G7.

Ocurre lo mismo con El Salvador, cuyo peculiar presidente Nayib Bukele ha sostenido en repetidas ocasiones que no es posible detenerse a pensar en los derechos humanos (tema central para los europeos) cuando se está ejerciendo la acción de la justicia contra los malhechores.

De la misma manera, los europeos tendrán que repensar cómo establecer una relación funcional con alguien como Javier Milei, el excéntrico liberal argentino que podría ganar las elecciones generales y que ha prometido deshacerse de la relación con China y dolarizar la economía de su país.

En un escenario así todo indica que un país como México es la versión más light de este péndulo latinoamericano, que gravita entre populismos poéticos (como en el caso de Gustavo Petro en Colombia) y estados con gobiernos inciertos (como el de Perú, o el de Ecuador). 

A pesar de algunas crisis que hubo en este sexenio, la diplomacia mexicana camina y probablemente seguirá caminando la ruta institucional incluso después de las elecciones de 2024. 

Fría, sí, y en ocasiones poco apegada a las formas tradicionales, pero para nada esquizofrénica como lo que está ocurriendo al sur. 

¿Qué tienen que hacer los europeos para mantener aliados en América Latrina? 

La respuesta es doble, por un lado, mantener la institucionalidad, que le da funcionalidad temporal que trasciende gobiernos de un color o de otro. 

En este contexto, es muy importante trabajar seriamente sobre lo acordado en la cumbre de la Unión Europea–Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebró en junio de este año en Bruselas. 

Y por otro lado, incrementar la presencia económica y mediática, así como aumentar el número de encuentros bilaterales, para comprender más los síndromes latinoamericanos. 

Al parecer, sólo conociéndolos de primera mano se puede tener algún tipo de relación eficiente con gobiernos que por su origen pueden alterar caprichosamente el orden mundial al que estábamos acostumbrados.

POR BEATA WOJNA

PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES TEC DE MONTERREY

@BEATAWOJNA

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