COLUMNA INVITADA

La ideología, reflexiones fuera del púlpito

Vivimos en una sociedad básicamente conservadora, en la que tener una ideología parece una cosa arcaica

OPINIÓN

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Créditos: El Heraldo de México

Desde el episcopado y un sin número de atriles católicos, se acusa que los libros de texto gratuitos de este gobierno “adoctrinan” a nuestra niñez hacia el “oscuro marxismo”, y les pregunto: ¿es maligna una ideología de izquierda? ¿qué queremos decir cuando hablamos de tener una ideología?

Huyendo del uso elitista de la filosofía, es importante reflexionar, pues vivimos en una sociedad básicamente conservadora, en la que tener una ideología (que no sea de derechas), parece una cosa arcaica propia de personas “dogmáticas” que desean cambiar el mundo; y, desgraciadamente, este es el pensamiento que ha triunfado. “Ha muerto Rasputín, se acabó la Guerra Fría” y para el establishment las ideologías murieron y todo intento de resucitarlas supone un peligro, una tentación autoritaria.

La palabra "ideología" tiene una lectura polisémica, desde una definición con un alto nivel de profundidad y otra, simplemente definida como un "conjunto de ideas" (de una persona o de una colectividad); no obstante, reducir la ideología a algo dogmático o relegarla a algo ya superado, son visiones pobres y es el resultado del momento nefasto que vive el libre pensamiento. Si bien toda persona tiene o se ve influida por un conjunto de ideas, una cosa muy diferente es mantenerse alejado, tanto de actitudes dogmáticas (adaptación de las ideas a la realidad sin verificación alguna) como del papanatismo, es decir, la enfermedad del papanatas o del pazguato (dejar que otros piensen por nosotros y no realizar esfuerzo crítico alguno para cuestionar la realidad).

Desgraciadamente, nuestra sociedad es proclive al papanatismo, y se deja seducir por el pensamiento ajeno; además, como las personas con cierta influencia y alcance mediático no se caracterizan, en su mayoría, por un gran nivel intelectual ni ético, el siempre reprobable papanatismo anda muy campante amparado en ese nivel paupérrimo.

Fuera del púlpito y de esos intereses mezquinos que han aflorado, la ideología tiene muchas caras y solo pueden ponerse a prueba las ideas a través de la práctica ética y social. Es decir, hablar de ideología es hablar de ética; por ejemplo, la mejora de las condiciones materiales de la sociedad sólo puede alcanzarse gracias a la idea de la solidaridad, cuya práctica influye sobre la conciencia y los actos humanos. ¿Es la solidaridad o cualquier forma ética, parte de una ideología? ¿Es parte de una  esencia humana?

Habría que aceptar que, en aras de la libertad, cualquiera tiene derecho a creer en lo que se le dé la gana y que la oportunidad que brindan ahora estos libros de texto “pecaminosos”, en donde la laicidad, la libertad y el libre pensamiento son pilares fundamentales, resultan la mejor manera de avanzar como sociedad, aunque desde el púlpito se dificulte la posibilidad de un cambio de conciencia.

En cualquier caso, me quedo con dos deseos: que todos nuestros niños se vean influidos por una serie de ideologías, y entiendan que el compromiso ético tiene todo que ver con tener ideas.