OMNIA

El fantasma de la ruptura

¿Qué pasará con los partidos del Frente Amplio por México cuando se conozca el nombre de la triunfadora?

OPINIÓN

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Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como fantasmal y asiduo acompañante de las contiendas electorales mexicanas, sobre todo presidenciales, cíclicamente aparece en los partidos la amenaza de la ruptura.

Y ahora, en la antesala del proceso comicial 2023-2024, el fantasma de la ruptura ya ronda las competencias partidarias en curso, tanto la de Morena como la encabezada por el PAN.

La gran pregunta es si ante las inconformidades que se han producido en ambos bandos, podrán prevalecer la disciplina y la aceptación de la derrota. ¿Qué pasará con los partidos del Frente Amplio por México cuando se conozca el nombre de la triunfadora? Y, más importante aún, ¿cómo reaccionarán los militantes y simpatizantes priistas si se define que su candidata es panista, y cómo lo harán los panistas si la candidata es priista?

Parecía que Xóchitl Gálvez cabalgaba en caballo de hacienda hasta hace unos días, pero en los foros de debate brilló la solidez intelectual y política de la priista Beatriz Paredes, en tanto que la panista sufrió tropezones muy bien aprovechados por sus malquerientes. Si los votantes de la competencia frentista valoraran capacidad y trayectoria, Paredes triunfaría holgadamente, pero nada asegura que la votación interna y la encuesta final del Frente se decidirán por esas virtudes.

Xóchitl, por su parte, ha recibido un nuevo impulso con el respaldo-declinación de Santiago Creel Miranda, el más panista de los aspirantes, retiro que obedeció aparentemente al inesperado repunte de Paredes que se reflejó en una encuesta frentista. En este escenario, ¿prevalecerán la disciplina y la aceptación de la derrota en el Frente?  ¿Y qué pasará si la votación frentista le da la victoria a una candidata y la encuesta tiene otra triunfadora? ¿Se aceptará el promedio?

En el proceso morenista, también ha habido desencuentros entre los anteprecandidatos, el principal de ellos a cargo de Marcelo Ebrard, ex secretario de Relaciones Exteriores. Ebrard ha roto el compromiso de no agresión adoptado por los aspirantes morenistas y ha hecho graves señalamientos sobre las concentraciones de gente en varios eventos de Claudia Sheinbaum y sobre el apoyo que -dice Marcelo- está recibiendo la ex jefa de Gobierno de la CdMx por parte de la Secretaría del Bienestar, versión rechazada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.  

El ex canciller ha asumido una riesgosa estrategia al detallar públicamente sus proyectos de gobierno y ha contravenido de ese modo los lineamientos del INE, confirmados por el TEPJF. El riesgo mayor de Ebrard es que, ante la reiteración de sus desacatos, se le niegue el registro como candidato de Morena (si ganara la justa interna) o de cualquier otra fuerza política e incluso como aspirante no partidario (independiente).

¿Llegarán los partidos a las boletas conforme a la alineación actual? ¿Aceptarán los resultados de sus respectivos procesos los no triunfadores? Ya se verá. Por lo pronto, el fantasma de la ruptura ronda por ahí.

Plus online: Rupturas de antaño

Una recordable ruptura fue la encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y el recientemente fallecido Porfirio Muñoz Ledo, con su Corriente Democrática, la cual pedía en 1987 que el candidato presidencial del PRI no fuera determinado, como hasta entonces, por el dedazo del mandatario en funciones. Cárdenas no logró que se le reconociera el triunfo cuando compitió con Carlos Salinas de Gortari, en las polémicas elecciones de 1988, cuyo olor a fraude nunca se ha disipado. Sin embargo, aquella ruptura implicó el principio del fin del largo dominio del PRI, que 12 años después perdió la Presidencia de la República.

Posteriormente se produjo otra ruptura trascendente cuando Andrés Manuel López Obrador abandonó el Partido de la Revolución Democrática y fundó el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que protagonizó, con el gran impulso de AMLO, la hazaña de ganar la Presidencia en la primera vez que compitió por ella.

En el panorama actual, las acusaciones de Marcelo Ebrard acrecientan la posibilidad de ruptura si no es favorecido por las encuestas de Morena, pero el ex canciller tendría que tener presente la ausencia de opciones partidarias para postularse y las escasas posibilidades que tendría una candidatura independiente.

Además, Ebrard seguramente tiene presente la dolorosa experiencia de su exjefe y mentor, Manuel Camacho Solís, cuando en el aciago 1994, el entonces jefe del Departamento del Distrito Federal y aspirante a la candidatura presidencial del PRI, le negó su apoyo a Luis Donaldo Colosio, al ser postulado éste.

POR EDUARDO R. HUCHIM

OMNIACOLUMNA@GMAIL.COM

@EDUARDORHUCHIM

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