POLITEIA

La sucesión en la UNAM

Según el Presidente, la UNAM se ha “derechizado”, por lo que no se puede descartar una intervención para buscar instalar en rectoría a una persona incondicional a la 4T

OPINIÓN

·
Fernando Rodríguez Doval / Politeia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los años treinta del siglo pasado fueron particularmente convulsos para la vida pública de México. Esa convulsión llegó también a la Universidad Nacional. En su interior se confrontaban dos facciones: una, la encabezada por quienes consideraban que la Universidad debía ser un instrumento para difundir en exclusiva la ideología socialista y así contribuir decididamente a una supuesta liberación humana; otra, la de quienes estaban convencidos que la Universidad no debía preconizar una sola creencia, ya que eso iría en contra de su esencia misma como comunidad de investigación y docencia.

En medio de estas disputas, el 23 de octubre de 1933 llegó a la rectoría Manuel Gómez Morin, un abogado de prestigio que tenía también una impecable carrera como servidor público. Gómez Morin defendió decididamente la libertad de cátedra, al igual que otros destacados universitarios como Antonio Caso, Rodulfo Brito o los alumnos organizados en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC).

Finalmente, triunfaron los que defendían la autonomía de la Universidad, y la reforma al artículo tercero constitucional para establecer la educación socialista no incluyó a la UNAM. Desde entonces, la Universidad ha sido un espacio plural, en donde han convivido diversas escuelas metodológicas y de pensamiento. A pesar de las polémicas naturales de una institución de su tamaño –una de las más grandes del mundo—, ha privilegiado con éxito la investigación, la docencia y la promoción de la cultura.

Conviene recordar esta historia toda vez que en las próximas semanas se elegirá a un nuevo rector de la UNAM, que sustituirá a Enrique Graue. Existe el riesgo de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretenda capturar a la UNAM, como ya ha hecho con otros órganos constitucionales autónomos. Según el presidente, la UNAM se ha “derechizado”, por lo que no se puede descartar una intervención para buscar instalar en la rectoría a una persona incondicional a la llamada “Cuarta Transformación”.

Eso, por supuesto, atentaría contra la naturaleza misma de la Universidad. Nos regresaría a las oscuras épocas en que se pretendía instaurar un solo sistema de pensamiento para ser difundido acríticamente desde las aulas.

Un ilustre pensador mexicano, Carlos de la Isla, aseguraba que las universidades deben ser la conciencia crítica de la sociedad, dedicarse a pensar los grandes problemas del país y del mundo, impulsar el crecimiento intelectual, moral, espiritual y estético. En suma, ser luz y proyectar luz en medio de la oscuridad.

Todo ello sólo es posible en un ambiente de libertad de cátedra y de respeto a la pluralidad. Todas las alertas deben encenderse ante la próxima sucesión en la rectoría de la UNAM. Es demasiado lo que está en juego.

POR FERNANDO RODRÍGUEZ DOVAL

POLITÓLOGO

@FERDOVAL

PAL