ANÓNIMO ERA UNA MUJER

La historia de Lee Miller

Modelo, fotógrafa, corresponsal de guerra y cocinera; También fue una madre deprimida la Otrora musa y aprendiz de Man Ray

OPINIÓN

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Melissa Moreno / Anónimo era una mujer / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A principios del siglo XX, la fotografía consolidó su lugar en la historia del arte. Surgieron experimentos con surrealistas como Man Ray que transformaron la foto para siempre. Junto a él estaba su aprendiz, colaboradora, musa y amante, Lee Miller. 

Miller nació en Nueva York; su padre, Theodore, la introdujo al mundo de la cámara, pese a que tuvo una niñez terrible, luego de ser violada por un conocido a los 7 años.

A los 19 años, Lee conoció al editor Condé Nast, quien le vio potencial como modelo. Al poco tiempo, un dibujo de su rostro apareció en la portada de Vogue y comenzó a modelar para fotógrafos como Edward Steichen. Sin embargo, sus ambiciones eran otra: “Prefiero tomarme una foto que estar en una”, decía. 

En 1929 se mudó a París y comenzó a trabajar como asistente del estudio de Man Ray. Su relación se volvió romántica, pero fue decisivo su papel en la invención de la técnica de “solarización”, con la cual se invierten los tonos blanco y negro, creando un efecto similar a un halo. Según su relato, “accidentalmente encendió las luces mientras revelaba una fotografía”.

Miller se unió a un círculo que incluía a Picasso, Cocteau y Dalí. El grupo permitía a las mujeres intervenir como modelos y colaboradoras, pero era bastante misógino; Man Ray no era la excepción, y se separaron. 

Miller se convirtió en corresponsal de guerra: fotografió la liberación de París, los hospitales en Normandía y la liberación de los campos de concentración. En 1947 se casó con Roland Ponrose y a los 40 años tuvo a su hijo Antony. Su última pieza para Vogue fue Invitados que trabajan, después terminó con la fotografía y se convirtió en cocinera gourmet.

A la muerte de Miller, por cáncer, su hijo  descubrió unos 60 mil negativos, 20 mil impresiones y documentos. Desde los 80, Antony trabajó en la promoción del trabajo de su madre, que había sido olvidado.

POR MELISSA MORENO
MELISSA.MORENOC@GMAIL.COM
@MELISSOTOTOTA

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