HORIZONTE GLOBAL

Caos climático y una transformación

Los científicos cuentan con datos para saber que estamos bailando en el precipicio, pero no pueden predecir cuánto tiempo tenemos antes de caer

OPINIÓN

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Isabel Studer / Horizonte Global / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Este julio ha sido el más caliente de toda la historia. Ya hace algunos años escuchamos de algún desastre provocado por el aumento de la temperatura. Incendios apocalípticos, inundaciones bíblicas, huracanes y tormentas tropicales atroces, olas de calor, deshielo del Ártico y la Antártica, pérdida de biodiversidad con la desaparición de al menos un millón de especies, severa escasez de agua, etc. 

En mis varias décadas de estudiar el cambio climático como internacionalista y como activista ambiental, nunca imaginé ser testigo del caos climático, tal como lo viene advirtiendo la comunidad científica desde hace más de 4 décadas, sobre el riesgo del aumento de la temperatura planetaria a más de 1.5º-2ºC. Este es el límite para evitar que el sistema climático llegue a un punto sin retorno, es decir, aquél en el que no importa qué acción se tome, se inviertan todos los recursos financieros existentes, se invente la tecnología más efectiva, se tomen las políticas más agresivas, los cambios serán irreversibles.

La afirmación del secretario general de la ONU que pasamos del calentamiento global a la ebullición planetaria demuestra la alarma que hay por la velocidad e intensidad con la que se manifiestan los impactos climáticos con el aumento de la temperatura a un poco más de 1ºC. 

Pese a los avances en las metas asumidas en el Acuerdo de París en 2015, la trayectoria actual conduciría a un escenario de 3ºC o 4ºC. 

Los científicos cuentan con datos para saber que estamos bailando en el precipicio, pero no pueden predecir cuánto tiempo tenemos antes de caer. Por el rol central del sistema climático en la regulación de todos los ecosistemas, los bosques, los océanos y los suelos, alcanzar el punto de no retorno puede desencadenar una concatenación de puntos sin regreso en otros ecosistemas, los océanos, los glaciares y los bosques, que termine en la desaparición de las especies, incluyendo la humana. 

Pero esta columna no pretende dar otra profecía apocalíptica más, sino un llamado a la acción. El optimismo se finca en las múltiples tecnologías que están en ciernes y que son apoyadas financieramente por gobiernos dispuestos a acelerar la reducción de emisiones de carbono como la base de una transformación económica y posicionamiento geopolítico. 

En México, debemos promover una verdadera transformación (¿una 5ª para los que aún creen que hay una 4ª?). 

Nuestro país es uno de los más vulnerables al caos climático por su geografía y por la desigualdad. La acción implica una participación democrática exigiendo que los gobiernos a todos niveles, tomen medidas para mejorar el transporte público, la bicicleta y otros medios, apostar en la diversificación energética, incluyendo las energías limpias, recuperar los suelos y cambiar las dietas. Es un llamado a la acción para que los partidos políticos, las corcholatas de Morena, el Frente Amplio por México, los empresarios y los medios se comprometan a que la lucha climática no sea fuente de polarización, sino la base de una transformación económica y de justicia social. 

POR ISABEL STUDER

 

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