POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

América Latina se revuelve en su laberinto

Los bajos precios de esos productos, y sin fuentes alternativas para impulsar su crecimiento, explican en buena medida el estancamiento de los últimos años

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La mayoría de las democracias latinoamericanas lucen hoy sin un rumbo claro, definido, esperanzador. Navegan a la deriva. Se acumulan rezagos económicos y sociales, a los que se añade la crisis del medio ambiente. El reto mayor, que está en la raíz de todos sus males actuales, es el bajo crecimiento económico de los últimos diez años. De acuerdo con la CEPAL, entre 2014 y 2023 la región creció menos del 1 por ciento, en promedio, un ritmo menor que durante la triste “década perdida”, los años ochenta del siglo pasado. Con crecimiento mediocre, profundas desigualdades sociales, y gobiernos muy ineficientes, América Latina fue la región del mundo que registró los peores resultados frente al COVID19. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/48823/1/S2300528_es.pdf

Después del auge económico de la primera década de este siglo, basado en exportaciones crecientes a China, la mayoría de los países de la región no han logrado dar pasos firmes hacia una diversificación económica eficiente, moderna y sostenible. Con la notable excepción de México, que a través del T-MEC ha profundizado su integración económica, de facto, con Estados Unidos y es una potencia exportadora de productos industriales, la mayor parte de las economías latinoamericanas siguen dependiendo de sus exportaciones de materias primas. Los bajos precios de esos productos, y sin fuentes alternativas para impulsar su crecimiento, explican en buena medida el estancamiento de los últimos años. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47709/1/RVE135_Lopes.pdf

El panorama político es inquietante y, en algunos países, desolador. En Nicaragua se consolida una brutal dictadura, capaz de infringir graves violaciones de derechos humanos a sus adversarios, y tomar medidas arbitrarias y crueles contra la iglesia católica, las organizaciones de la sociedad civil, las universidades y los medios. En Venezuela, el régimen de Maduro avanza con notable resolución hacia una nueva simulación electoral el próximo año, con lo que se desvanece cualquier esperanza de un diálogo constructivo con la oposición.

En Guatemala, como ha señalado Carlos Heredia, las fuerzas de la oligarquía tradicional se empeñan en cerrar el paso, por cualquier medio, a las fuerzas democráticas. En El Salvador se consolida un nuevo dictador, al que muchos ven con esperanza, con las mismas características de los autócratas latinoamericanos del pasado: acumulan todo el poder en sus manos, logran imponer una paz temporal a costa de la destrucción de las instituciones y violaciones masivas de derechos humanos, hasta que su corrupción corroe al régimen por dentro. Es una historia muy conocida. Ya sabemos dónde terminará.

En Colombia, se descubre que el narcotráfico financió al menos una parte de la campaña presidencial. En Perú, el gobierno interino, aunque legítimo conforme a la constitución de ese país hermano, es rechazado por la mayoría de la población. En Ecuador, a la vista de todos y con absoluta impunidad, las mafias de la droga eliminan a los candidatos presidenciales que no son de su agrado. En Bolivia el expresidente Evo Morales sigue agitando las aguas en contra de su sucesor y antiguo correligionario, Luis Arce, criticando a su gobierno de dar una supuesta protección a los narcotraficantes.  

Argentina está sumida en su tradicional crisis económica. Un país riquísimo en recursos naturales y una población altamente educada, se consolida en el subdesarrollo. Hoy, triunfa un nuevo tipo de populista con empaque libertario, Javier Milei, el candidato antisistema que mejor encarna la frustración de la población con los malos gobiernos de los últimos años, y que representa bien el grito de hace dos décadas: “que se vayan todos”. Como solución, entre otras cosas, propone desmantelar al gobierno, desaparecer al Banco Central, dolarizar la economía, romper relaciones con China, segundo socio comercial de su país, y distanciarse del primero, su vecino Brasil.

En Brasil, Lula enfrenta un entorno político interno menos favorable al que encontró en su primera presidencia, hace diecinueve años, que obliga al gobierno a negociar toda su agenda con los partidos de centro en el parlamento, pero con las restricciones que impone una deuda muy alta, equivalente al 77% del PIB. Lula ha logrado la aprobación de una reforma fiscal. Habrá que observar cómo se implementa y sus efectos en la inversión y el crecimiento.   

Por su parte, México se encamina a un proceso electoral en un clima político altamente polarizado, con una economía que está creciendo más de lo esperado (alrededor de 3.5% en 2023), pero con tasas altísimas de violencia, a cargo de organizaciones criminales que muestran su enorme poderío en todo el territorio.

El bajo crecimiento económico se ha traducido en un menor apoyo a la democracia en la región. Como informa Latinobarómetro en su Informe de 2023, “La recesión democrática de América Latina”, mientras en 2010 el 63% de los latinoamericanos apoyaba la democracia como la mejor forma de gobierno, hoy esa proporción se ha reducido al 48%, quince puntos menos. Aumenta la indiferencia de la población al tipo de régimen que gobierne, y crece el apoyo a líderes autoritarios. La democracia en varios países es muy precaria. Otros ya no tienen democracia. América Latina se revuelve en su laberinto. file:///C:/Users/L03125624/Downloads/F00016664-latinobarometro_Informe_2023%20(1).pdf

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS

PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS 
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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