La guerra en curso en Ucrania y los impactos de la variante “Ómicron” de COVID-19 en China impactaron las cadenas de suministro globales, llevando a un aumento en los índices inflacionarios, y por ende en los precios de bienes y servicios. Para hacer frente a estos desafíos y futuras interrupciones, las empresas se han enfocado en reducir costos y aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro.
Una estrategia importante que han implementado varias empresas globales es la reubicación de la producción desde China hacia lugares más cercanos a los mercados objetivo, lo que se conoce como “Nearshoring”.
Empresas como Inditex, matriz de Zara, Massimo Dutti o Bershka, han trasladado su producción de Asia a países como Marruecos y Turquía, o compañías como Whirlpool, Honeywell y Samsung han reubicado parte de su producción a México, sin embargo, otros países como Vietnam se han convertido en centros atractivos para la producción que antes estaba en China, en parte, debido a la presencia establecida de proveedores internacionales antes de la pandemia.
No obstante lo anterior, cuando hablamos de la reubicación de cadenas de suministro, pensamos que China ha quedado desplazada en términos de la producción de bienes, sin embargo, dicho país sigue estando estrechamente integrado con el resto del mundo y de ahí el efecto económico que experimentamos, incluyendo altos índices inflacionarios y aumento de tasas de interés.
Aunque existen tensiones políticas entre China y gran parte del mundo desarrollado, la perspectiva de un "reacoplamiento" completo es limitada, especialmente en el ámbito tecnológico.
¿Dónde se posiciona México?
La ubicación geográfica estratégica del país, los acuerdos comerciales favorables como el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) y diversos tratados de libre comercio con países de América Latina, Europa y Asia, la mano de obra calificada y competitiva, y la estabilidad económica, posiciona a México como un destino sumamente atractivo para las empresas que buscan diversificar sus cadenas productivas y aprovechar la demanda del mercado norteamericano.
La realidad es que México se encuentra en una posición ideal para generar el impulso económico que no había encontrado en años anteriores.
Sin embargo, los retos para aprovechar este gran momento no son menores.
México debe responder de manera enérgica en términos de capacidad e infraestructura. Cuatro puntos esenciales son los que se deben tratar con mayor importancia y celeridad: la escasez de agua, limitaciones en generación y transmisión de energía, certeza jurídica, y por último la seguridad.
Existe escasez de agua afectando comunidades cercanas a los polos industriales, lo cual representa un desafío y obstáculo para el desarrollo de los negocios.
Por otro lado, el tema energético es una preocupación real para las empresas que quieren comenzar a operar en el país, principalmente derivado de las limitaciones que existen en la capacidad de generación y transmisión de energía.
La certeza jurídica es esencial para garantizar la operación de empresas extranjeras en el país. El gobierno debe fortalecer las instituciones y garantizar un entorno legal estable y transparente en donde no existan cambios inesperados ni arbitrarios.
Por último, la seguridad también es un desafío para las empresas, debido al poder con el que operan ciertas organizaciones criminales en algunas áreas del país.
En el caso de que México atienda de manera satisfactoria los retos que menciono, podría significar para el país disfrutar de beneficios importantes para el desarrollo interno, incluyendo incrementos en el producto interno bruto por los siguientes cinco años de alrededor del 3%, y el potencial de generar un incremento sostenido en la inversión extranjera directa tal y como lo vimos reflejado durante el primer trimestre de este año con los 18 mil 600 millones de dólares recibidos, conforme a información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Por Álvaro Vértiz
Socio en Dentons Global Advisors
@AlvaroVertiz
MAAZ