La sonrisa de Xóchilt cautivó a la opinión pública nacional e internacional. Una sonrisa franca, combinada con inteligencia, experiencia social y política, integridad personal, valor y astucia. Esta risa, removió emocionalmente todas las estructuras sociales y políticas del país. Modificó el tablero de la política nacional, así como las expectativas y apuestas.
La sonrisa de Xóchitl ha engendrado en amplios sectores de la población, esperanza y confianza para unos, mientras a muchos otros, preocupación.
Como respuesta a los reiterados embates presidenciales en su contra, la combativa mujer, activista, humanista, empresaria y líder, respondió contundente al presidente;
—Cálmese señor presidente. Usted no acepta que una mujer se supere por sus propios medios. Usted es un “macho”.
—Yo lo respeto, pero no le tengo miedo.
—Entiéndalo bien presidente. Usted me va a colocar la banda presidencial y yo, la recibiré con respeto y con una amplia sonrisa.
En una confrontación del tipo que sea, particularmente en lo concerniente a la política, la risa es un arma de doble filo que influye poderosamente sobre los adversarios.
La sonrisa es un arma poderosa que quien la posee naturalmente, o bien, sabe esgrimirla con destreza comunicacional, su ventaja en el debate, se constituye en un desarmador de las agresiones de sus oponentes.
El propio presidente “maestro de la comunicación” ha expresado reiteradamente sonrisas de burla por sus adversarios políticos.
La sonrisa, muchas veces sardónica con la que enmarca las ofensas que esparce sobre sus antagonistas, acentúa el poder de la toxina que suministra a sus discrepantes.
Como ejemplo, vale recordar la risa irónica con tufo de venganza que mostró el presidente en un video dominical, cuando anticipó, la tarde de aquel día, desde su rancho en Palenque Chiapas, que el INE, negaría el registro al partido político que Felipe Calderón y Margarita gestionaban ávidamente por aquel entonces.
El psicólogo norteamericano Carney Landys en la década de los años 20s. concluyó que sonreír es un reflejo natural del ser humano, provocado tanto por experiencias placenteras y gratificantes, como por situaciones de infortunio. Así mismo demostró que existen cerca de veinte diferentes sonrisas, entre las cuales solamente seis reflejan ser, de algún modo, felicidad, alegría, diversión, satisfacción, placer, júbilo.
Umberto Eco en su magnífica obra “el nombre de la rosa” reflexiona sobre el “miedo a la risa”:
—miedo a Dios, miedo a los placeres mundanos, miedo a la lógica y al conocimiento, pero, sobre todo, un profundo miedo al poder liberador de la risa.
—La risa mata el miedo, lo que provoca que, sin miedo, no puede haber fe.
La terrible amenaza que sufren los religiosos de aquel tiempo, es que sin miedo al diablo, ya no hay necesidad de un dios. Es necesario tener miedo al diablo para justificar la existencia de dios. Es en este punto, donde asoma el temor de los clérigos medievales a la risa, que describe Eco en su novela.
El propio Aristóteles reflexiono sobre el poder de la risa como la expresión humana más pura y sincera, con la que podemos trasmitir cientos de emociones, sonrisas miedosas y miserables, engaño, burla, de vergüenza y timidez, despreciativas, maliciosas, vengativas, complacientes y falsas.
Las de Xóchitl, de satisfacción, astucia, seguridad y alegría.
La sonrisa, desde la perspectiva que se vea, es inmensamente poderosa, y en este momento, en los juegos de poder que estamos viviendo en México, la referida característica personal de Xóchitl aunada a su historia personal, y desde luego, la fresca narrativa franca y humana que comunica, entró al juego de la sucesión, cautivando a todos, o mejor dicho, a casi todos, con la poderosa algarabía que provoca su sonrisa.
POR FERNANDO ALBERTO GARCÍA CUEVAS
COLABORADOR
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