COLUMNA INVITADA

El derecho a la educación ¿para formar librepensadores o militantes?

La educación ha sido motivo de altas tensiones sociopolíticas en México. Durante el siglo XX, en medio de la “cristiada” y mucho después también, se exacerbó la pugna jacobina contra la fe de los católicos al grado de subrayar la laicidad como valor inalterable y eso era conveniente

OPINIÓN

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Francisco Javier Acuña Llamas / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La pregunta es, entonces, ¿ahora se justificaría que el Estado recurriera a la añeja visión estatalista de orientar la educación hacia postulados dogmáticos respecto de la historia económica contemporánea? ¿Corresponde al gobierno dictar la filosofía de vida de la niñez como lo hicieron en Cuba y después en Venezuela y ahora en Nicaragua?

El contenido esencial del artículo 3º de la norma superior, consiste en que la educación la debe brindar el Estado como reflejo de su rectoría; que ha de ser obligatoria; pública y gratuita. Además: “universal, inclusiva y laica”. Cada uno de esos seis atributos costaron sangre y lágrimas derramadas.

Digamos que un primer bloque se encuentra que debe ser obligatoria, pública y gratuita, hablamos de aspectos estructurales.

 Y Los factores del otro bloque (universal, inclusiva y laica) son aspectos esenciales de la calidad educativa que podríamos sintetizar, en una palabra: neutral -ajena a tendencias o compromisos dogmáticos- como todo saber emanado de las ciencias.

Los tres elementos estructurales, son condiciones imprescindibles para que la función oficial de educar sea efectiva y uniforme. Al ser obligatoria (salvo la superior con un régimen especial), debe ser “pública y gratuita” y con ello se asegura la igualdad de los educandos mexicanos, condición que se extiende a toda la población que se encuentra en circunstancia educacional y se de esa manera se pretende impedir que haya sectores o grupos sociales excluidos. Sin dejar de enfatizar en que la enseñanza como fin lleva un destinatario principal: la niñez mexicana.

Regresando a las tres modalidades que dan contorno a la calidad de la educación, exigen que, en sus contenidos, sea: “universal, inclusiva y laica”.

En otras palabras, la “universalidad” indica que la instrucción no obedezca a patrones locales o regionales predeterminados, y que siga los procesos universales que informan las ciencias naturales, las ciencias exactas y las ciencias sociales, rasgo que al combinarse con la laicidad y la inclusividad  permite inferir que además, la enseñanza fomente las disciplinas cívica y deportiva, en un terreno en el que se garantice la que todas las personas a las que se les brinde la educación ocurra bajo los máximos cuidados del respeto a la diversidad humana.

En suma, si la educación ha de ser inclusiva, laica y universal  es porque debe estar exenta de las toxinas ideológicas de cualquier línea de pensamiento que la convierta en estandarte de reivindicaciones de cualquier tipo, porque eso, eso sí sería contravenir el contenido esencial de las disposiciones que componen el artículo 3º constitucional.

Quien dirige la elaboración de los libros de texto en la Secretaría de Educación Pública (SEP), al parecer sin consultar a los diversos grupos de opinión que debe atender el examen de las líneas pedagógicas del anteproyecto de  una obra que consta en millones de ejemplares, al parecer fue omitida.  Muy lamentable, volver a ponerle cargas ideológicas al conocimiento, sea de tendencia  dogmática o confesional o “neoliberal o neopopulista de izquierda” da igual, es exactamente lo mismo.

POR FRANCISCO JAVIER ACUÑA LLAMAS
ANALISTA Y CATEDRÁTICO DE LA UNAM 
@F_JAVIER_ACUNA

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