COLUMNA INVITADA

¿En Texas, se vale mentir o es válido ignorar?

Cualquiera que conozca, aunque sea en forma mediana la historia de México

OPINIÓN

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Enrique Quiroz Acosta / Colaborador / Opinión El Heraldo de México/Créditos: Especial

Cualquiera que conozca, aunque sea en forma mediana la historia de México y, desde luego, aunque sea mínimamente la historia de los Estados Unidos de América sabrán que el Estado de Texas perteneció, en efecto, a los Estados Unidos Mexicanos y que, a partir de su independencia, se dio lugar a la República de Texas y luego su incorporación a los Estados Unidos de América de dicho Estado.

México, una vez que se promulgaron las 7 Leyes Constitucionales de 1836, tuvo severos problemas de integración, en atención a que se pasó de un modelo federal a un modelo unitario. En el caso del Estado de Texas, se generó un problema de segregación y de enfrentamiento verdaderamente delicado que provocó, que más temprano que tarde se independizara.

Es de muchos conocidos la Batalla de San Jacinto y cómo el General Ignacio López de Santana, prácticamente, entregó después de una serie de errores y hasta irresponsabilidades, la posibilidad de que México se quedara con el Estado de Texas.

Sam Houston, Comandante de las fuerzas de Texas, abanderó su independencia y fue nombrado el primer Presidente de la República de Texas, para luego incorporarse a los Estados Unidos de América, que había fomentado este fenómeno, con un interés imperialista, que para muchos parece elemental.

Es una situación notable en el mundo, la guerra que vino después México y los Estados Unidos de América, que trajo consigo, arbitrariamente la pérdida de la mitad del territorio mexicano para ser entregada a los Estados Unidos de América a partir de 1847, esto es, una década después del problema texano.

A pesar de todo ello y que fue un fenómeno muy importante de ambas naciones, resulta desconcertante el relato de algunos residentes en la Ciudad de Houston: “por lo menos en algunas escuelas de educación básica en Texas, a los alumnos no se les enseña esta parte de la historia, es más, se les miente y se les hace creer que el Estado de Texas nunca fue parte del territorio mexicano”.

Una cuestión elemental de una educación básica es enseñar Historia, pero exactamente eso, enseñar la Historia, que según la Real Academia Española, debe ser entendida esta como la “Disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados”, ello implica no mentir, ni trastocar, ni mucho menos ocultar todo aquello que es elemental como lo es caso de que Texas perteneció a México y se independizó después de una guerra y después de otra, se integró a los Estados Unidos de América.

La pregunta es elemental y fundamental: ¿Es válido ocultar o mentir a los educandos?  Evidentemente, habrá quien sostenga de que se trata de una posición y actitud ideológica, ultranacionalista y evidentemente sesgada. Impartir educación básica, sin dar a conocer los hechos objetivos -amén de catalogarlos, especular, juzgarlos o transmitir cierta ideología-, simplemente mentir u ocultarlos, ¿es válido?

Sirva lo anterior, para reflexionar acerca de los valores que se deben inculcar en el mundo actual a los niños: Empezar por la verdad y objetividad debe ser un valor primario y además exigible en toda educación básica y esa exigibilidad debe plantearse en un Estado de Derecho. Es lo menos que se le puede pedir a todo modelo y todo maestro. Como pedir a mujeres y hombres del poder, periodistas o protagonistas, que se conduzcan con la verdad si a los infantes se les prepara con falsedades.

La Historia nos ha enseñado que el irresponsable manejo de una verdad, ha provocado acciones cuyas consecuencias cambiaron radicalmente la vida de millones de personas, como justificar una invasión o la pérdida de  vidas  como lo fue cuando el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Colin Powell convocó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para presentar diversa información, hasta un frasco que supuestamente contenía ántrax, que había obtenido del servicio secreto de dicho gobierno, afirmando la existencia de armas de destrucción en masa de Irak, lo cual, justificó la invasión a ese país. Años más tarde, la manipulación de Powell fue exhibida cuando los inspectores de la ONU, no encontraron ningún tipo de armas descritas, en aquel país.

Powell pudo haber pasado a la historia como un hombre de Estado, paradigma del honor; primero hombre de color como Secretario de Estado, pero muchos lo recordaran por haber mentido a las Naciones Unidas, para invadir a otra nación. Cabe señalar que en Irak hubo más de 600,000 muertos. Ello parece congruente con el tipo de Educación descrito. ¿Se vale mentir?

Arrancar un cacho de verdad a la Historia, parece el frasco de ántrax, que saco Powell, para justificar las acciones de un modelo imperialista. Como mexicano, me siento indignado, porque parece que en el ámbito educativo fuimos borrados, cuando en verdad compartimos un mismo origen. Como ciudadano del mundo, me surge la duda que cómo podemos esperar que los Norteamericanos que detentan el poder, siempre y todos se conduzcan con la verdad en lo más, cuando en lo elemental, es probable que eduquen con falsedad.

POR ENRIQUE QUIROZ

ABOGADO Y COLABORADOR

MAAZ