LA MANIGUA

Wendy, telerealidad entrañable

Una mujer que sembró esperanzas y se burló de un sistema obsoleto con una gracia que algunos “famosos” hubieran querido tener

OPINIÓN

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María Cecilia Ghersi / La Manigua / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los “reality shows” son un experimento que ha cimbrado la opinión pública desde que fueron creados, su historia abarca infinidad de técnicas persuasivas desde el formato de los 90´s hasta nuestros días y el principio siempre es el mismo, hacer creer al espectador que lo que está viendo es un retrato transparente de la realidad. Una especie de morbo se erige en las emociones de los televidentes y el gancho va directo y sin escalas al éxito en ventas de publicidad. La exposición de una supuesta privacidad nos alienta a hacer todo tipo de observaciones y teorías y no hay nada más divertido para el ser humano que pensar que está viendo historias en tiempo real, de personajes que deben cumplir con ciertas características vendibles. Aunque sabemos que no hay tal transparencia, el ojo humano le surte al cerebro gran cantidad de interpretaciones que ofertan entretenimiento en medio de elucubraciones y propaganda masiva. Nadie puede ser completamente real cuando un ojo, un ente público le persigue. Ser observados, revierte, con muy pocas excepciones, la capacidad de un ser humano de moverse en las escenografías con soltura.

El filme “The Truman Show” movió las sensatas cuerdas de las generaciones de adultos contemporáneos hacia un análisis bastante preciso de este fenómeno en el año 1998. Es la historia de un hombre común norteamericano que es televisada sin que éste lo perciba. Desde el momento en que habita el vientre de su madre la realidad de Truman es manipulada por un Dios productor. Este filme a diferencia de “La casa de los famosos”, última producción de este género en la televisión mexicana, basa su historia en un argumento mediático en el cual se aísla al protagonista de la realidad para convertirlo en un objeto de mercado. Gracias a un despliegue tecnológico sin fronteras se produce un mundo cotidiano dentro de una isla que se recrea como un set de grabación en donde transcurre la vida de este mortal solitario espiado por directores de cámara en una vida que no le pertenece.

Desde el punto del espectador, que conoce la verdad de la historia, la veracidad del personaje le compromete con sus emociones y en este sentido, el actor cumple con la doble función de protagonizar dos historias en una sola. La que él cree que vive y la que todos observan desde el diván en casa. Hay un componente “voyerista” y cómplice que aviva la suspicacia de una nación entera.  Aunque la diferencia con “La casa de los famosos” es abismal por el argumento mediático, la aplicación pagada de la televisión mexicana obtuvo una visibilidad y un rating por encima de los flujos acostumbrados.  “The Truman show” es una crítica anticipada a los formatos de los últimos tiempos que nos hace entender que aún con consciencia plena de  ser observados, como es el caso mexicano, siempre habrá una clave mental y social que cubra las expectativas a cumplir por los personajes con el uso de estrategias que le permitan sobrevivir en un mundo plagado de obstáculos muy obvios en la cotidianidad de una vida con tintes comunitarios que no son tal.

Hoy, Wendy Guevara se convirtió en la protagonista indiscutible para México y lo logró por encima de todos los obstáculos, retos, trampas y hasta de la limitada confección del programa, para ganar con honores una batalla, sabemos, siempre fingida. Wendy traspasó los límites morales y mercadotécnicos hablándole al país desde una autenticidad abrumadora, aleccionó al batidillo de códigos sociales de un país que enarbola competencias entre los menos peores y marcó una nueva pauta. Ella sin saberlo, promovió la espontaneidad y aleccionó a millones de espectadores con una historia de vida real desde una voz sin prejuicios que la convierten en una mujer completa y entrañable. Un torbellino que hizo las veces de activista sin saberlo, de maestra, de política, de ciudadana, desde una calidad humana sin precedentes. Una mujer que sembró esperanzas y se burló de un sistema obsoleto con una gracia que algunos “famosos” hubieran querido tener. Gana una humanidad  que la hace distinta dentro de las implacables burbujas sin fondo y sin forma.

Wendy Guevara no es Truman, nada más lejano, pero ella le ganó al doble papel que cumplen los observados, nos cuestionó desde la plataforma por encima de las líneas de un guión que millones deberían derribar. Después de Wendy qué mujer podría constelar en las pantallas de los hogares acostumbrados a dejar pasar las horas entre fantasías e informerciales.  Ella es entrañable y profundamente real, no dejó lugar para conjeturas. Ojalá no la conviertan en una famosa más.

POR MARÍA CECILIA GHERSI PICÓN. 
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