ECOS DE LA CIUDAD

Pasar de la indignación a la comunicación asertiva

Desde hace varios años ya no importa la capacidad, la experiencia probada en asuntos de Gobierno, ni las relaciones de equilibrio para gobernar este gran país. Lo que hoy se necesita y con ello se obsesionan los políticos, es con la popularidad

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las redes sociales funcionan con una extraña dicotomía, lo mismo sirven para interconectar a ciudadanos que no tienen acceso a los medios de comunicación masiva, que, para realizar acciones altruistas, evidenciar errores, injusticias, malos manejos de políticos, de corporaciones empresariales o de personas que dañan a otras.

Pero a pesar de ello, también tienen un lado oscuro, el de la manipulación a través de las fake news, que recurrentemente propician la indignación de miles de personas. Incitadas, por noticias falsas o incompletas, teorías de la conspiración o narrativas que denuestan sin sustento a otros. De modo similar, para asumir la vida en broma a través de influencers, de memes y todo tipo de sarcasmos, perdiendo la seriedad y la unidad que hoy se necesita para recomponer la maltrecha vida nacional.

Por una condición afortunada, estoy incluido en diversos chats de personas que, con un gusto desmedido, se sitúan en el espectro Chairo o en el Fifí y deciden adoptar la categoría que se empata con sus expectativas y formas de pensar.

En estos chats, lo común es la transmisión de las múltiples cargas de odios y mensajes de descalificación para los otros. Con actitudes que a veces rayan en lo pueril, mostrando de cuerpo entero, conductas de una polarización enfermiza, que lo único que propicia, es la perpetuación de nuestros desánimos, de nuestros desencuentros y de la animadversión fratricida. Ambos bandos con una visión tan distorsionada del país creen que son poseedores de la verdad revelada, que encarnan la dignidad, la honorabilidad y el bien de México.

Mentira, esto lo único que presagia es que sigamos deteniéndonos en enconos y propiciando una mayor separación entre mexicanos. Escenario que conviene sobremanera a los políticos convencionales, a quienes les interesa echar más leña al asador, para seguir ordeñando las grandes prerrogativas en los espacios de representación popular y en la Administración pública.

Los unos, que siguen culpando a los neoliberales de la debacle del pasado que tiene fuertes repercusiones en el presente y los otros, que satanizan a los comunistas de las insuficiencias de hoy. Ambos grupos con total falta de voluntad para tender la mano y construir puentes de entendimiento que avancen en lo común.

Mientras esto sucede, los ciudadanos de a pie, pelean con sus compatriotas por circunstancias ideológicas, sin sentido de la imperiosa necesidad de apostar a una nación unida y fuerte con la colaboración de las distintas voces y experiencias. En estas circunstancias, los dirigentes de los partidos priorizan personajes en sus cálculos electorales para llevarse la mejor tajada. Por supuesto con el garlito de reconstruir la nación.

Hoy en día esto es fácil, debido a que como lo apuntó Eduardo Punset -jurista, economista, político y escritor español- “Para nuestro cerebro, es mejor que nos cuenten una historia consistente, que una historia verdadera. No queremos saber la verdad de nada, queremos saber aquello que nos satisface” y continua “Nuestro cerebro, se resiste a cambiar la imagen que tiene del mundo, por eso es tan difícil convencer a la gente de que está equivocada. De todo ello, se desprende una conclusión para desaprender y así volver a aprender. Hay que tener una cierta actitud de humildad, actitud que evita que seamos presa del orgullo que nos lleva a aferrarnos a paradigmas antiguos”.  

Desde hace varios años ya no importa la capacidad, la experiencia probada en asuntos de Gobierno, ni las relaciones de equilibrio para gobernar este gran país. Lo que hoy se necesita y con ello se obsesionan los políticos, es con la popularidad. ¿Quién representa más votos?, no quien tiene la capacidad de dirigir y de hacer avanzar a la República.

De ahí, que la tarea a concretar en los próximos años sea la de tender vías de comunicación entre los que pensamos distinto. Sea, lograr unir a los ciudadanos para exigir resultados positivos a los gobernantes, legisladores y juristas.   Mientras eso sucede, sigamos atentos a la próxima temporada de La Casa de los Famosos, lo único que hoy une a liberales y a conservadores. De ese tamaño es la tragedia.

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

LSN