ENVÍO DIPLOMÁTICO

“Un llamado a la concordia y a la negociación. Mostremos oficio diplomático”

Dedico estas líneas a las y los integrantes de la 28ª. Generación del Servicio Exterior Mexicano (SEM); la autodenominada Generación Bicentenario

OPINIÓN

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José Luis Alvarado González / Envío Diplomático / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En julio pasado, durante la toma de protesta de la última generación de diplomátic@s que se integraron al SEM, la Canciller Alicia Bárcena, hizo un llamado a la concordia y a la unidad; a no confrontarse, “mucho menos en Twitter”.  

Señaló que “siempre escuchará al SEM”. A cambio, pidió dejar a un lado los intereses personales y de grupos “que nos dividen”. Se refirió también a tres retos importantes: restaurar la movilidad en la carrera; destacar la equidad de género y apoyar la inclusión; y, actualizar los mecanismos que regulan salarios y prestaciones al SEM. Un relevante y esperanzador llamado, que no podía haber llegado en mejor momento.

En la Cancillería se percibe una clara polarización entre miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM), y otros funcionarios que no forman parte del SEM. Las posiciones son extremas; no hay grises, solo blanco y negro; bueno o malo, sin matices. Pocas veces se ha visto tanta confrontación. Pecaría de ingenuo si dijera que nunca hemos tenido problemas, pero lo que estamos viviendo hoy, supera cualquier cosa.

Es una lástima, pues la diversidad y pensamiento distintos, enriquecen el debate. Pero el horno no está para bollos. Los ánimos están exacerbados y la posibilidad de diálogo parecería lejana. La polarización se observa en varios frentes: miembros del SEM, con rangos menores, en posiciones de alta responsabilidad; jóvenes no-miembros del SEM en puestos de máxima jerarquía;  miembros del SEM con rangos de Consejero, Ministro y Embajador, que se perciben desplazados por los anteriores; un elevado número de nombramientos políticos, como jefes de misión, sin la experiencia en el oficio diplomático, en detrimento de los miembros del SEM, que ven reducidas sus posibilidades de ocupar una Titularidad; y, finalmente,  Titulares con rangos menores,  con mucha capacidad, pero sin la experiencia de quienes llevan décadas al servicio de México, aunque hay que reconocer que varios de ellos se han ganado la titularidad, con trabajo de calidad, eficiencia demostrada y conocimientos necesarios para dirigir una representación de México.

El conflicto se agudiza, pues en lugar de entablar un diálogo constructivo y pacificador, se ha generado la existencia de pequeños grupos “de amigos” que defienden sus posiciones y critican las otras. Algunos hacen sus críticas desde el anonimato y eso no abona a la construcción de eventuales propuestas para resolver los conflictos.

Los jóvenes perciben que las generaciones de embajadores deben ceder el paso; que algunos llevan de Titulares décadas; que ya tuvieron su oportunidad. Consideran –y en muchos casos con razón– que existen colegas que, una vez que alcanzan posiciones importantes en el SEM, dejan de demostrar entusiasmo por su trabajo.

Haciendo una valoración objetiva, los espacios para los jóvenes han sido tradicionalmente menores; ahora hay generaciones con mucha mayor preparación y que resienten de manera más aguda las fallas sistémicas en los ascensos, en comparación con embajadores que ascendían más rápido en sistema provistos de menos candados y con mayor margen presupuestarias para plazas.

La falta de movilidad, la escasez de plazas y las dificultades que enfrentan, ha provocado que muchos jóvenes renuncien al SEM, provocando una clara pérdida de talento humano.

Aprovechemos la disposición de la Secretaria Bárcena. Su discurso, alentador y lleno de esperanza, debe ser la pauta para lo que creo es el meollo de esta aparente confrontación: la reticencia de unos y otros a entender que hay espacios para todos; la clave está en combinar la preparación académica, el empuje y la capacidad de las nuevas generaciones, con la experiencia, conocimientos y capacidad de aquellos que han dedicado su vida al servicio exterior.

Sumemos a la ecuación; apostemos a no ser excluyentes. Por el contrario, abramos espacios para todos. Estoy convencido de que esa fórmula daría mejores resultados y, muy probablemente, eliminaría estas percepciones erróneas de una confrontación intergeneracional. No contribuyamos a la polarización. Dejemos de lado la narrativa que señala las deficiencias y busquemos la solución.  Alcancemos acuerdos, basados en el diálogo y la negociación. Somos diplomáticos. Hagamos honor a ello, utilizando las herramientas que nos da la diplomacia para lograrlo.

Ello coadyuvará a encontrar un punto de equilibrio, siempre en beneficio del SEM, al que la Secretaria se comprometió a reposicionar, para que la diplomacia mexicana vuelva a ocupar el lugar privilegiado que ha mantenido desde hace 200 años. 

POR JOSÉ LUIS ALVARADO GONZÁLEZ 

MIEMBRO DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO (SEM), CON RANGO DE EMBAJADOR / JEFE DE CANCILLERÍA EN LA EMBAJADA DE MÉXICO ANTE LA SANTA SEDE 

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