COLUMNA INVITADA

La conspiración atea

La desinformación y la conspiración van de la mano, por esto, ante la reciente avalancha puritana que demoniza a los libros de texto gratuitos de la SEP como “comunistas”, pregunto: ¿Cómo criar chicos ateos?

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Para el cineasta, Paolo Pasolini, las conspiraciones “nos hacen pensar en locuras porque nos liberan de la carga de tener que enfrentar la verdad”. Cada teoría de la conspiración dirige la imaginación del público hacia peligros inexistentes y lejos de las amenazas genuinas. La desinformación y la conspiración van de la mano, por esto, ante la reciente avalancha puritana que demoniza a los libros de texto gratuitos de la SEP como “comunistas”, pregunto: ¿Cómo criar chicos ateos?

Comenzamos por señalar que, sí, el marxismo es la gran ideología atea. El ateísmo, de facto, niega la existencia de un ser supremo todopoderoso y omnipresente que haya creado el mundo y, por tanto, guíe las acciones de la humanidad.

Parece que está mal hablar del ateísmo. Decir cosas como “yo soy ateo”, “yo no creo en ninguna religión” o “dios no existe”, origina casi siempre inconformidad en personas creyentes. Más, cuando quien dice esto es un niño que ha sido educado sin creencia religiosa alguna. Hay quien cree que educar a los hijos en el ateísmo es educarlos en la tristeza de no creer en nada; pero lo cierto es que criar hijos ateos supone asumir una educación responsable, coprotagonizada en gran medida por madres y/o padres e hijos, con base en el respeto a los demás y en el conocimiento de uno mismo, pues los valores están fundados en certezas personales y no en principios universales. 

En el ateísmo, las ideas de pecado y castigo son sustituidas por la convicción de que cada uno es responsable de sus propios actos, y ha de asumirlos como tal. Educar en el ateísmo es transmitir el bagaje intelectual, científico y cultural de la especie humana, sin omitir el conocimiento de las religiones como parte de la mitología, pues poca diferencia hay entre que el minotauro nazca del cruce de una diosa y de un toro, que la del profeta que nació de una mujer virgen, cuando en esos tiempos no existían métodos de fecundación artificial. A diferencia de las iglesias que disponen de dogmas inmutables e incuestionables, la ciencia propone que todo se transforma y todo se cuestiona, de ahí que, educar en el ateísmo es responder a las preguntas de nuestros hijos sin mentiras ni cuentos, despojándolas de todo atisbo religioso. 

Cuando nuestros hijos tienen capacidad para preguntar, tienen el derecho a obtener una respuesta. Preguntas como de dónde venimos o a dónde vamos cuando morimos, exigen respuestas que pasan por explicar el fenómeno de la reproducción sexual sin tapujos o el suceso de la muerte como parte de un ciclo natural. El hecho de la evolución, tanto biológica como cultural, ayuda para conocer el entramado de la vida en general y de la condición humana en particular. Por eso, ante la gran pregunta, la respuesta rotunda es que dios no existe como realidad, aunque sí exista como idea en la mente de algunas personas, no más allá de lo que supone una creencia semejante a la de quien considera que sus hijos son más listos o guapos que los del resto.

 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN

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