ENVÍO DIPLOMÁTICO

Para que la cuña apriete….

Putin en problemas

OPINIÓN

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José Luis Alvarado González / Envío Diplomático / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No fue el apoyo de otros países; tampoco fueron las sanciones económicas de Occidente, ni siquiera la valiente reacción ucraniana, lo que ha logrado detener -al menos momentáneamente- a los rusos en sus ambiciones expansionistas. Fue un asunto interno el que ha venido a desestabilizar a Rusia y poner en peligro su “triunfo” en la guerra que mantiene con Ucrania, por haberla invadido. 

Se ha dicho mucho respecto de este intento de golpe de Estado. Se dice que el Grupo Wagner recibió dinero de EU para invadir Moscú; que fue una estrategia de Putin para desplazar 25 mil mercenarios en la frontera con Ucrania; que los mercenarios querían capturar al Ministro de Defensa y al Jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, etc.

Lo cierto es que el levantamiento de Yevgeni Prigozhin, un mercenario con una fuerza paramilitar altamente considerable, al final se desbordó y, ante  la posibilidad de tomar el control del país, a través de un golpe de Estado, provocó un cisma en la doctrina de seguridad nacional rusa, que nunca había considerado como amenaza una rebelión interna, más bien preocupada por mantener un espacio de seguridad vital en torno a su territorio; en el que los estados fronterizos deben mantener su independencia formal, sometiéndose al control del Kremlin, en  lo que algunos analistas llaman política de anillos de seguridad en su periferia. 

Pocas veces hemos visto a las grandes potencias enfrentar situaciones tan graves como las que Rusia resiste en estos días como parte de los efectos colaterales, por la invasión a Ucrania.  Desde 1941, cuando los rusos resistieron la amenaza de la Alemania nazi por invadir su territorio, Rusia no había tenido una amenaza real de invasión por parte de un ejecito extranjero, y mucho menos de milicias rusas. Rusia nunca había mantenido una guerra interna; todas sus guerras han sido fuera de la motherland. 

La belicosidad del GW, en una aparente reacción de venganza por el supuesto ataque a sus fuerzas militares, en el que -se dice- murieron más de dos mil combatientes, puso en serios aprietos al presidente ruso, cuando el grupo  tuvo fuertes desacuerdos con el ministerio de Defensa, por la debilidad de sus acciones,  acusando al Ministro de Defensa, Serguei Shoigú, y al Jefe del Estado Mayor de la Defensa, de ser “dos viejos” que dirigen la guerra cómodamente desde sus escritorios,  en beneficio de las élites rusas.  

Las milicias mercenarias del Grupo Wagner tomaron el control de la ciudad de Rostov sin causar ninguna baja; incluso, fueron recibidos con aplausos y vítores. Continuaron su recorrido con la intención de llegar a Moscú, poniendo en jaque a la seguridad rusa. La primera reacción de Putin ante esta pretendida invasión fue dura, amenazando con aplastar la rebelión y juzgar por traición a la Patria a los milicianos del Wagner. No obstante, las milicias continuaron su camino, lo que obligó a Putin a desistirse de sus amenazas y negociar con Prigozhin una retirada, ofreciendo varias opciones a las milicias rusas para detener su avance: incorporarse al ejército ruso, regresar a casa o exiliarse a Belarús.  

Fue necesaria la intervención del dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, quien logró un acuerdo para que los mercenarios detuvieran -a tan solo 200 Km de Moscú- su avance y regresaran a la frontera ruso-ucraniana.  Como colofón, Prigozhin obtuvo un acuerdo de impunidad y no tendrá problemas por haber encabezado la rebelión. Se comenta que ya está en Belarús. 

Esta rebelión ha tenido efectos en el ámbito interno, exacerbando la crisis de poder que azota a los rusos y desafiando el liderazgo de Putin. Además, el levantamiento y las acciones de los wagnerianos, aunque fue una insurrección de corta duración, evidenció las vulnerabilidades y carencias del Kremlin. En cuanto a los efectos internacionales, desde luego también ha tenido efectos en la invasión a Ucrania. Aunque se trató de un leve alzamiento por parte de un poderoso grupo mercenario, los efectos geopolíticos pueden ser de largo alcance. El líder turco Recep Tayyip Erdogan exigió a Putin buscar un acuerdo, haciendo patente su molestia por el conflicto. Un viejo y tradicional aliado de Putin, Lukashenko intervino; más preocupado por los efectos del conflicto para su país, que por ayudar al Kremlin. 

Volodimir Zelensky aprovechó este momentum para cuestionar una vez más la supuesta supremacía rusa. A estos comentarios se sumaron altos funcionarios de Estados Unidos, Francia y Alemania. El Secretario de Estado, Anthony Blinken, no solo criticó, sino que ironizó, señalando que Putin “quería tomar Ucrania y ahora casi le toman Moscú”. 

Los rusos habían obtenido importantes avances en los primeros seis meses de la invasión. Ucrania se replegaba, pero con el paso del tiempo y, gracias al decidido apoyo de Europa y Estados Unidos, fue recuperando posiciones en el frente de batalla. Las sanciones económicas impuestas por Occidente no han servido de mucho. Al contrario, han dificultado y encarecido algunos productos como los energéticos, de los cuales Rusia es uno de los principales proveedores. 

Quién lo diría: “para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo”, reza el refrán; es decir, no hay peor enemigo que el que te conoce, porque es de tu misma condición. Un movimiento en términos de geopolítica internacional se resiente más cuando un actor “interno” (el Grupo Wagner) lleva a cabo un alzamiento contra su mismo gobierno (el de Putin), desestabilizando el ya volátil conflicto en Ucrania. Este ejército de mercenarios ha sido acusado de cometer crímenes de guerra, violaciones, saqueos y torturas, en conflictos en Siria, Libia, República Centroafricana y Mali; mismas acusaciones que podría enfrentar Putin.

*Las opiniones aquí expresadas no representan una posición oficial, son  consideraciones totalmente personales.

 

POR JOSÉ LUIS ALVARADO GONZÁLEZ 

MIEMBRO DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO (SEM), CON RANGO DE EMBAJADOR / JEFE DE CANCILLERÍA EN LA EMBAJADA DE MÉXICO ANTE LA SANTA SEDE 

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