LA ENCERRONA

Proteger la adolescencia

Del lado de la sociedad, madres y padres debemos estar muy atentos con nuestros hijos en esta edad de cambios permanentes y de tantos “contagios sociales”

OPINIÓN

·
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“El sentido común y la ciencia se imponen poco a poco.” Debra Soh

Una de las etapas con mayores vuelcos e inestabilidad de la vida de un ser humano es, sin duda, la adolescencia (según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es la edad entre los 10 y 19 años). Un rango de edad que es caracterizado por los cambios constantes, por el desapego con la -adultocracia-, general y con la del entorno cercano, por la maximización de todo, cualquier situación es profunda, grande, intensa. Cuestiones como las del “primer amor”, cambios en niveles educativos -y muchas veces de escuelas-, los primeros acercamientos físicos (propios y/o con otras personas), decisiones trascendentales como elegir los estudios profesionales o iniciar con la vida laboral son problemáticas que para algunos son decisivas para el resto de sus vidas.

En esta edad las personas son aún más proclives a las modas, o como llaman más propiamente psicólogos y sociólogos, al “contagio social”, puesto que las y los adolescentes buscan -encajar-, pertenecer. Sin embargo, si esto no es acompañado de personas con capacidad  de diálogo y discernimiento las consecuencias pueden ser irreversibles. Un minuto o una mala decisión puede cambiar tu vida para siempre. También por este motivo el Estado debe proteger a la niñez y a la adolescencia con más ahínco, es una de las razones las y los jóvenes no pueden tener un licencia de conducir, no por la falta de habilidad al volante, sino por la toma de decisiones y las reacciones ante estas; es por esto que el Estado fija la mayoría de edad.

Ahora bien, en la actualidad podemos observar cómo algunos países que consideramos de “avanzada” social, cultural e incluso política, tales como los nórdicos implementaron en sus respectivos parlamentos las “leyes trans”, mismas que, en un comienzo, fueron realizadas para evitar bullying y brindar protección social a las y los adolescentes pertenecientes a la comunidad LGBTI+, sin embargo fueron a más y en países como Suecia, Noruega y Finlandia, también se aprobaron tratamientos médicos a adolescentes con disforia de género, y estos consistían que, sin consentimiento del padre, madre o tutor, pudieran someterse a tratamientos hormonales e incluso cirugías para la autodeterminación del sexo.

Sin embargo, a siete años de esta ley, en Noruega comienzan a recular precisamente en los más progres de su ley: adolescentes tomando solicitando tratamientos hormonales sumamente severos, los llamados “bloqueadores de pubertad”, cirugías en aparatos reproductivos y mastectomías. Hoy Noruega, la UKOM (Junta de Investigación de Atención Médica) pide que estas medidas, incluídas en la ley, sean revisadas puesto que carecen de evidencia médica y científica, además de, evidentemente, ser medidas irreversibles.

Así mismo, el Consejo noruego también encontró varias tendencias en estos sietes años, tales como un rápido aumento de casos de supuesta disforia de género en adolescentes (especialmente mujeres), presencia de enfermedades mentales (75%) y de afecciones neuro cognitivas, en las y los adolescentes que mencionan haber nacido “en el cuerpo equivocado”. Así, visto lo ocurrido en los países nórdicos, otras leyes como la “Ley Montero” o en Argentina (desde 2012 está vigente), deberán de tomar en cuenta todos los ángulos. Es claro que el Estado tiene que proteger a todos los ciudadanos, a mayoría y minorías por igual, sin embargo en leyes tan específicas como la referida, se debe tomar en cuenta a los estudios científicos, psicológicos para tomar mejores decisiones. Del lado de la sociedad, madres y padres debemos estar muy atentos con nuestros hijos en esta edad de cambios permanentes y de tantos “contagios sociales”. Un consenso social tendría que ser cuidar a las niñas, niños y adolescentes…hasta de ellos mismos.

POR ADRIANA SARUR

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM

@ASARUR

PAL