CASCABEL AL GATO

Reducción de la pobreza y la desigualdad en la 4T

Al final, resulta que no era necesario sacrificar el bienestar del pueblo trabajador en el altar del crecimiento económico

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El día de ayer se dio a conocer la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Entre los datos más importantes tenemos que el sector de la población de menos ingresos ganó en 2022 un 19.9% más que en 2018 y que la desigualdad se redujo respecto al mismo periodo.

Con la pandemia en el retrovisor, estos números permiten ser optimistas respecto a las bondades del modelo económico de la 4T: política social de acceso universal, incremento del salario mínimo, pleno empleo, inversión pública y estabilidad económica. Si la inflación sigue su curso decreciente, los números de 2023 serán incluso mejores.

El rumbo económico echa por tierra varios mitos profesados a diestra y siniestra por la opinión pública neoliberal. El primero, que la izquierda -supuestamente intoxicada con el virus populista- puede conducir un gobierno responsable financieramente y efectivo para administrar los recursos. La cancelación de las condonaciones y otras medidas implicó un aumento en la recaudación de un 1.4% del PIB. A eso hay que agregarle el ahorro producto de la “austeridad republicana”. El resultado: más gasto en política social e infraestructura, manteniendo el equilibrio fiscal.

El segundo mito que ha quedado en entredicho es que la inserción de México en la economía mundial dependía exclusivamente de los bajos salarios que podía ofrecer. Es decir, que el precio que había que pagar por ser parte de la globalización era la precarización laboral de su población. 

Sin embargo, la política salarial e impositiva de la 4T no sólo no ha impedido que empresas transnacionales se instalen en nuestro país, sino que la inversión extranjera directa está en aumento. La cercanía con el mercado más grande del mundo, la inversión en infraestructura y un probado talento de los y las trabajadoras mexicanas ofrecen suficientes ventajas para que los inversores apuesten por México. Al final, resulta que no era necesario sacrificar el bienestar del pueblo trabajador en el altar del crecimiento económico.

La oposición estaba genuinamente convencida de que la política económica de la 4T sería un fracaso y apostó por que el reflujo provocado por sus resultados macroeconómicos le terminarían devolviendo el poder.  Ahora que los resultados los desmienten, apenas y pueden balbucear una crítica a la política social de acceso universal.

Las convicciones tecnocráticas estaban sostenidas por un dogma ideológico: que sólo hay una manera de hacer las cosas y todo lo que se salga de esa receta estaba destinado al fracaso. La orfandad doctrinaria que impone los resultados deja en un muy mal parada a la oposición que, lejos de ofrecer una alternativa de futuro, sigue siendo la cara de un pasado que México se apresura por dejar atrás. 

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ

COLABORADOR

@ADRIANVR7

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