MIRANDO AL OTRO LADO

“¡Mátalos en caliente!”

Sumamente cruel y despiadada es la adaptación moderna de la orden de “mátalos en caliente” en referencia a la prensa libre en México. El gobierno ha pretendido acallar voces, presionando a los medios “mainstream” a despedir periodistas rebeldes

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La frase de Porfirio Díaz de “mátalos en caliente” no sólo era una orden; era la expresión de un método de gobierno. El mismo método lo ha adoptado, y adaptado, a los tiempos actuales López Obrador. Desde que fue jefe de Gobierno mostró ese método, que sus seguidores rehusaban ver.

En estos tiempos el método de “mátalos en caliente” va acompañado de una camada de seguidores fanatizados a través de múltiples formas de corrupción. La más popular es el reparto, a mansalva, de dinero en efectivo a millones de personas desesperadas que reciben la instrucción precisa: si no apoyas a AMLO se te quitará el apoyo.

Por lo tanto, millones de mexicanos viven chantajeados. Incluido en ese chantaje está la obligación de votar por el partido oficial (en eso no hay nada de nuevo en la cultura política mexicana). Maquiavélicamente, el dinero es repartido individualmente, para evitar que la gente pudiera pensar en organizarse colectivamente para demandar mejoras. Un pueblo individualizado y desorganizado es un pueblo fácil de manipular.

Lo relevante, en el caso de estos apoyos económicos condicionados es que, a diferencia de Porfirio Díaz, que dio la orden a sus tropas Rurales de matar físicamente a los insurrectos, en la actualidad la amenaza implícita es que “si no me apoyas, te mato, sí, pero de hambre”.

Para eso sirve, además, una política económica que no crea empleos ni mayor inversión, sino que el estancamiento económico es convertido en un instrumento de la guerra política para mantener a las masas a la defensiva y bajo control estatal. (Recuerda a los rusos bombardeando los graneros ucranianos).

Sumamente cruel y despiadada es la adaptación moderna de la orden de “mátalos en caliente” en referencia a la prensa libre en México. El gobierno ha pretendido acallar voces, presionando a los medios “mainstream” a despedir periodistas rebeldes como Loret, Brozo, Ferriz, Hiriart, Alazraki, entre muchos otros.

También presiona a los dueños de las concesiones con amenazas económicas para que incluyan en sus programas a comentaristas adictos al gobierno. Esos comentaristas se van sembrando en todos los medios de radio y TV. Además, los medios se vuelven críticos “soft” de las acciones políticas más burdas y violentas del régimen.

Y, para no perder el “toque porfiriano” está la indirecta promoción gubernamental del asesinato sistemático y permanente de periodistas que vuelan un poco bajo el radar, con medios periodísticos locales o regionales, cuya ausencia no se sentirá nacional o internacionalmente.

Por fortuna, la Sociedad Interamericana de Prensa sí protesta todos los asesinatos de periodistas en México, al igual que Reporteros Sin Fronteras, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre otras organizaciones internacionales por el “mátalos en caliente” en México.

López Obrador es, además, descarado en su desprecio por la prensa independiente y las voces críticas. No sólo las desprecia; las considera enemigos del Estado; bueno, de su Estado. Ha atacado a la prensa libre, creando la falsa figura de una conferencia de prensa cada mañana, que es un instrumento tan abusivo del poder como lo fueron los Rurales de Porfirio Díaz.

Su voz es la bocina principal en México que avala no sólo el atacar a las voces críticas, sino incluso su asesinato. Viéndolo así, la conferencia de prensa mañanera es la adaptación moderna al adagio porfirista del “mátalos en caliente” con relación a la prensa y a las voces críticas.

Aunque no existe evidencias claras del caso ni de su autoría intelectual, el intento de asesinar a Ciro Gómez Leyva, que habría sido el aesinato de más alto perfil desde el asesinato de Manuel Buendía, ilustra la opacidad de este gobierno al investigar muertes de periodistas. Y sí se sabe que lo de Buendía fue un asesinato ordenado y orquestrado desde los más altos niveles del gobierno de Miguel de la Madrid.

AMLO no se ha reunido una sola vez con los líderes de la oposición. Tampoco con las bancadas legislativas de oposición ni con sus líderes. Pero ha utilizado el púlpito presidencial para agredir y despreciarlos sistemáticamente. No recibirlos ni reconocerles autoridad como voces válidas dentro de una sociedad plural es el equivalente moderno a “matarlos en caliente”. Es como si no existieran ni vivieran en México. Es tratarlos como “no-personas”.

En una democracia ese trato es inadmisible. Dicho de otra manera, es la conducta de un régimen dictatorial parecido al de Porfirio Díaz. Claro, en su versión moderna.

La idea de eliminar a los tres Poderes de la Unión para gobernar por decreto presidencial sin contrapesos se expresa nítidamente en las masas morenistas apostadas en la puerta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación insultando diariamente a la mayoría de los Magistrados por defender su independencia de criterio y por defender a la letra la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Si AMLO pudiera matarlos en caliente, no dudo que lo intentaría. Por lo pronto los quiere eliminar del mapa nacional con la aberrante propuesta de obligarlos a renunciar en masa para poder elegir otros, suyos, por voto popular. Aunque no fructifique su planteamiento, el hecho de haber propuesto la idea de que el Presidente debe controlar los otros Poderes del Estado descubre al autócrata porfirista que nos gobierna.

Junto con lo anterior, no sorprende que el Presidente López Obrador esté aplicando la frase “mátala en caliente” en referencia a Xóchitl Gálvez. Ha lanzado misíl tras misil contra una precandidata para destruirla desde ahora. Así de peligrosa la percibe. Claro: peligrosa para sus pretensiones reeleccionistas bajo la modalidad del maximato. Ha lanzado todo el poder del Estado contra una mujer que ha mostrado, con su breve exposición, que las llamadas corcholatas son ineficaces, irrelevantes y, en una frase, un fracaso absoluto. Ninguno anima a la sociedad.

Son animales cuyo alcance sirve para alebrestar únicamente al corral morenista. En cambio, AMLO ve que Xóchitl tiene una convocatoria pluriclasista muy amplia y, más importante que todo, es auténtica. Lo que sus corcholatas no tienen, en definitiva, es autenticidad. De ahí el pánico presidencial.

Aparentemente AMLO considera que en este momento se está definiendo el curso del resto de la carrera presidencial. Si no detiene a Xóchitl en este momento, mañana será demasiado tarde. Y sabe que ella tiene posibilidades de crear esa amplia alianza pluriclasista que él logró en el 2018, no por él, sino por el hastío y desprecio a Peña Nieto, junto con la destrucción, por vía judicial, de la candidatura de Ricardo Anaya. Ese voto pluriclasista que recibió López Obrador hace seis años ya no está con él. Lo sabe, y también sabe que las elecciones no se ganan solamente con los votos de la asistencia social.

El Presidente no se había preparado para este escenario de una elección verdaderamente competida. Estaba esperando que Claudia arrollara con un blitzkrieg en las filas morenistas y ganara el beneplácito de las clases medias conjuntando su identidad universitaria con cierta resignación ante una inevitable victoria morenista. Pero los hechos no han ocurrido así. Lo que tenía que haber sido un día de campo, se ha tornado un espectro negro sin posibilidades reales de predecir el desenlace. Claudia, en un “entre” directo con Xóchitl, parece encaminada a una derrota humillante, por soberbia, falta de empatía y una dosis notable de autoritarismo. Y por su propia historia.

De ahí la estrategia de guerra termonuclear contra Xóchitl. La quiere “matar” ahora mismo, sin vacilaciones. El Presidente piensa que si no la frena desde ahora, mañana será demasiado tarde. Quizá tenga la razón.

El método de gobernar ordenando el “mátalos en caliente” claramente une a estas dos almas gemelas: Porfirio Díaz y AMLO.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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