CASCABEL AL GATO

Uso y abuso de la sociedad civil

Para convencerse de esta hipótesis basta ver cómo el énfasis puesto por el bloque opositor en presentar una candidatura "ciudadana" coincide plenamente con el fuerte desprestigio de su dirigencia política

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El papel que cumple el concepto de "sociedad civil" en el debate público es un síntoma de nuestra cultura política que obedece a circunstancias históricas muy concretas. 

Su uso implica el trazado de una frontera moral respecto a "la política". En otras palabras, en México la reivindicación de la sociedad civil es simultáneamente la condena a todo lo relacionado con la gestión de lo público y la actividad por la cual se define su orientación: la representación política.

Para convencerse de esta hipótesis basta ver cómo el énfasis puesto por el bloque opositor en presentar una candidatura "ciudadana" coincide plenamente con el fuerte desprestigio de su dirigencia política. 

Un prolongado régimen autoritario que hizo de la exclusión uno de sus mecanismos centrales, así como la corrupción enquistada en las instituciones públicas, hicieron que todo los relacionado con el manejo del Estado quedara del lado del mal y lo profano, mientras que la ciudadanía, desprovista de la carga pública, pasara como la reserva moral de la sociedad.

Pero esa demarcación moral civil/estatal evidencia signos de agotamiento. A estas alturas es difícil de sostener que alguien como Xóchitl Gálvez pueda ser la cara de esa ciudadanía impoluta. Funcionaria del foxismo, delegada de Miguel Hidalgo y senadora por el PAN, señalada por presuntos actos de corrupción, su trayectoria es difícil de empatar con el imperativo moral asociado a la dichosa candidatura ciudadana. 

Los cien nombres que han adoptado las organizaciones “ciudadanas” que promueven al bloque opositor apenas disimulan que son las mismas caras. Aunado a esto, la promesa de una regeneración de lo público reivindicada por el movimiento de López Obrador ha logrado trastocar la frontera moral que se sedimentó durante la transición neoliberal. 

La democracia es, por definición, un régimen de gobierno civil. Los partidos son, también por definición, expresión de la sociedad organizada. Ya a finales del siglo XIX había plena conciencia en que la democracia complejizaba la liberal distinción entre Estado y sociedad civil.

Vivimos tiempos de transformación y es normal que el vocabulario que antes resultaba incuestionado hoy nos parezca anacrónico. Creo que esto en buena medida es lo que estamos experimentando en relación a la narrativa moral de la sociedad civil.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ

COLABORADOR

@ADRIANVR7

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