PERISCOPIO

Volver al futuro

Del lado oficialista están la continuidad, la opacidad en el gasto público y la visión patrimonialista del poder, como en los peores años del priismo

OPINIÓN

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Raymundo Sánchez Patlán / Periscopio / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Batalla entre lo más anquilosado del siglo pasado contra el prometedor siglo XXI se va configurando para la elección presidencial de 2024 si, como augura el presidente Andrés López Obrador, la candidata del opositor Frente Amplio por México resulta ser Xóchitl Gálvez. 

En efecto, como dice el huésped de Palacio, hay dos proyectos de dónde escoger. 

Del lado oficialista, está la continuidad: el desmantelamiento institucional, la “austeridad” que deja a su suerte a niños con cáncer y enfermos crónicos, la pasividad ante al crimen organizado, la descalificación a quien piensa diferente, el acoso a la prensa, el derroche en elefantes ya pálidos más que blancos, la opacidad en el gasto público y, sobre todo, la visión patrimonialista del poder, como en los peores años del priismo. 

De hecho, eso explica en gran parte por qué las corcholatas, todas, realizan campañas políticas diseñadas y ejecutadas a la vieja usanza.  Lo más innovador que han presentado son esos muñecos parlantes del presidente López Obrador, que repite sus frases cómico-mágico-musicales. Por lo demás, las corcholatas siguen promoviéndose con botargas y figuras de cartón de tamaño real, enormes pegatinas en camiones y edificios, además de bardas y anuncios espectaculares que, según ellos, sepa Dios quién paga. 

También en mítines con pase de lista, reparto de torta y chesco o juguito; acarreados, corporativismo, entrega de despensas y condicionamiento de programas sociales. Hasta sus discursos están desfasados, desgastados, limitados a repetir lo que dice el Presidente. Y su oferta: que todo siga igual, como sin cambiarle siquiera una coma al plan del mandatario. 

Del bando opositor, el proyecto siempre se ha tratado de reencarrilar a México en la vía del siglo XXI, pero no había una figura que pudiera representarlo… Hasta que se mostró Xóchitl Gálvez: mujer, de cuna pobre, indígena con nombre indígena, emprendedora e innovadora, ejemplo de la cultura del esfuerzo y no del estiramanismo

Y es ella la que está marcando un antes y un después en la forma de hacer campañas políticas. Fresca, de mente ágil, respondona pero respetuosa, Xóchitl se colocó en apenas tres semanas como reina de las benditas redes sociales y la conversación pública, incluso la del Presidente, desplazando a las corcholatas. En gran parte porque utiliza a su favor la tecnología, en específico la inteligencia artificial

Mientras las corcholatas aún no acaban de entender siquiera el internet de las cosas, la hidalguense y su equipo crearon una Xóchilt digitalizada que no pinta bardas, pero pinta un México de oportunidades; que difunde ideas espectaculares en lugar de pagar anuncios espectaculares; que lanza mensajes poderosos, en lugar de mostrarse poderoso en un mitin de acarreados; que no reparte tortas, sino que comparte ideas con causa… 

Guardadas las proporciones, me recuerda la Primavera árabe, que cubrí como enviado en 2011: la revolución de Egipto, que destronó a Hosni Mubarak, el último gran faraón, no hubiera sido tal sin el uso de las redes sociales y la tecnología de los teléfonos celulares.

POR RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP

LSN