OMNIA

Porfirio, el ego y el genio

Junto a políticos y políticas notables como Cuauhtémoc Cárdenas, el líder mayor, e Ifigenia Martínez, la colaboradora más ferviente, Muñoz Ledo coprotagonizó el nacimiento y transformación en partido (PRD) de aquella Corriente Democrática desgajada del entonces poderoso PRI

OPINIÓN

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Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega se ha ido y con él México perdió a uno de los constructores de lo que a finales del siglo XX parecía imposible: la democracia, que dejó los terrenos de la utopía para convertirse en realidad aún imperfecta e incompleta, pero vigente y creciente.

       Construir una democracia no es, no puede ser, obra de un solo hombre. Tampoco de un grupo. Se requiere de la participación de la sociedad, de la población… pero ésta necesita de líderes que la encabecen, que la motiven, la convenzan y diseñen la estrategia.

Junto a políticos y políticas notables como Cuauhtémoc Cárdenas, el líder mayor, e Ifigenia Martínez, la colaboradora más ferviente, Muñoz Ledo coprotagonizó el nacimiento y transformación en partido (PRD) de aquella Corriente Democrática desgajada del entonces poderoso PRI. La Corriente encabezó el Frente Democrático Nacional, que postuló en 1988 a Cárdenas y fue eje de una gesta cívica, cuyos otros referentes fueron los también candidatos presidenciales Rosario Ibarra (PRT), Manuel Clouthier (PAN) y el generoso Heberto Castillo (PMS).

Aquella gesta marcó el inicio de la etapa más luminosa -no exenta de contradicciones- de la brillante carrera de Muñoz Ledo, que para entonces ya había sido secretario del Trabajo y de Educación, diplomático, presidente del PRI y luego sería también constructor de instituciones y acuerdos, candidato a gobernador y a presidente, tribuno temible, polemista impar.

Se ha dicho que el ego de Muñoz Ledo era del tamaño de una catedral y es verdad. Pero representó uno de los pocos casos en que el talento y el genio políticos eran también catedralicios. Porfirio tenía una obsesión: la reforma del Estado mexicano, que incluía una nueva república y una nueva Constitución. No le alcanzó la vida para lograrlo, pero la necesidad de esa reforma permanece.

Cuando el 1 de septiembre de 1988 interpeló a Miguel de la Madrid durante su Informe en la Cámara de Diputados, Porfirio -primer senador de izquierda- marcó el inicio del fin del llamado “Día del Presidente”, que ya nunca volvió a ser fiesta de sumisión de políticos y de ratificación del poderío presidencial.

Mencioné contradicciones en la carrera de Muñoz Ledo y una de ellas fue declinar su candidatura presidencial y apoyar al derechista Vicente Fox (PAN), quien rápidamente pasó del clímax de popularidad a la decepción política y habría de terminar apoyando, en 2012, a un candidato postulado por el PRI y no a la candidata de su partido.

Porfirio contribuyó al triunfo presidencial de Andrés Manuel López Obrador, pero tras afrontar desaires de Morena, criticó ferozmente a su gobierno. Fue un lamentable desencuentro alimentado por intrigas y la falta de reconocimiento a un valioso activo de la 4T.

No obstante, tiene razón el actual Presidente cuando, al expresar sus condolencias, señaló que “las discrepancias recientes no borran los buenos y largos momentos de amistad y compañerismo; mucho menos su legado político”.

Plus online: Muñoz Ledo en San Lázaro

La Cámara de Diputados fue escenario de momentos estelares de Porfirio Muñoz Ledo. Ya mencioné la interpelación a Miguel de la Madrid y agrego ahora su respuesta al tercer Informe de Zedillo en 1997 y la imposición de la banda presidencial a López Obrador en 2018, ambas en su carácter de presidente de la mesa directiva.

Vi por última vez a Porfirio en su casa de las Lomas de Chapultepec, en la grabación de un programa de Bitácora Mexicana que él conducía para la TV mexiquense. Al recordarlo ahora, acude a mi memoria aquella escena en que, en la tribuna de la Cámara de Diputados, mira al presidente Ernesto Zedillo y le dice:

Lo que en última instancia significa el cambio democrático es la mutación del súbdito en ciudadano. Ninguna ocasión mejor que ésta para evocar el llamado que, en los albores del parlamentarismo, el Justicia Mayor de Aragón hacía al entonces monarca para exigirle respeto a los derechos de sus compatriotas: ``Nosotros, que cada uno somos tanto como vos, todos juntos valemos más que vos''. (Texto completo de la célebre pieza oratoria en Memoria Política de México, de Doralicia Carmona Dávila, https://acortar.link/8xZEI5 )

Esas son algunas razones de que, con todo merecimiento, Porfirio Muñoz Ledo hubiera recibido en San Lázaro el póstumo homenaje de cuerpo presente por parte de todas las fuerzas políticas de México. 

POR EDUARDO R. HUCHIM

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@EDUARDORHUCHIM

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