LA ENCERRONA

Huérfanos de la Igualdad y Fraternidad

Ahora bien, Francia es la meca del estado moderno, pero no lo exime de las complejidades de las sociedades modernas ni de la complejidad actual ni mucho menos, del deterioro democrático por el cual atraviesa el sistema de naciones

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Se habla de ellas cuando hay acontecimientos dramáticos, pero el resto del tiempo son personas relegadas fuera de las ciudades”. Manuel Valls.

Ver escenas de fuego en las calles, automóviles volteados, edificios apedreados, ventanas rotas, vialidades tomadas, escuelas vandalizadas, comercios saqueados o ayuntamientos tomados por personas enardecidas en contra de su gobierno, es una imagen que en estados latinoamericanos podrían parecer habitual, como resultado de gobiernos deficientes y hartazgo social contenido durante décadas. Sin embargo, lo anteriormente descrito lleva sucediendo desde hace semanas en Francia, cuna de la República, de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, como conceptos que rigen a todo occidente en sus preceptos democráticos.

Ahora bien, Francia es la meca del estado moderno, pero no lo exime de las complejidades de las sociedades modernas ni de la complejidad actual ni mucho menos, del deterioro democrático por el cual atraviesa el sistema de naciones. También es de recalcar que como sociedad, la francesa, siempre está dispuesta a tomar las calles para defender -lo suyo-. Este año el tema principal entre la sociedad gala ha sido el aumento en la edad para alcanzar la pensión, el incremento fue de tan solo dos años, sin embargo la gran mayoría salió a las calles para decirle a Macron que las calles francesas laten con fuerza.

Para Emmanuel Macron ha sido una presidencia envuelta de bruma en política interior y, para su segundo mandato, sin la mayoría en el legislativo y con la pérdida de carteras importantes, será aún más convulsa. Si a todo esto le añades que la brutalidad policial se hizo presente dándole muerte a un ciudadano francés, de 17 años, de ascendencia argelina, residente en los suburbios parisinos, es un caldo de cultivo para Macron pues se reavivan las protestas más que álgidas con motivo de la brutalidad, pero haciendo énfasis en el profundo racismo que se percibe en suelo francés.

Esta tragedia nos coloca en el lejano 2005, cuando en el mandato de Jacques Chirac y por los mismos motivos tuvo que declararse un estado de emergencia. La realidad actual profundiza aún más en cuestiones raciales, en franceses de primera y de segunda, en franceses que perciben que “valen menos”. Claro que la cara visible de hoy es Nahel y los disturbios desatados en toda Francia, pero en realidad la desigualdad es la leña de este fuego. La banlieue, los barrios suburbanos en las ciudades francesas, son el espejo enterrado de Francia, uno que no han visto -o no se ha querido ver- a profundidad, al menos los mandatarios en turno, puesto que especialistas y expertos en la materia han mencionado que los disturbios y manifestaciones de la banlieue son cíclicas y habitualmente están a una chispa de destallar.

Estas familias relegadas  al banlieue, ya sea por su color de piel, por su ascendencia o por su apellido tienen dificultades para emplearse o acceder de manera igualitaria a escuelas o incluso actividades, hoy son “los hijos de la República” que buscan sentirse como hijos e hijas de Francia. Son unos hijos huérfanos de la Igualdad y de la Fraternidad que el país galo les prometió. Emmanuel Macron tiene uno de sus retos más importantes en su carrera, ha prometido que en 100 días se va a pacificar, esperemos que le haya quedado claro es que un eufemismo, como el que ahora se llamen “barrios prioritarios”, no es suficiente para una real integración.

POR ADRIANA SARUR

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