MISIÓN ESPECIAL

Porfirio, mi mentor

Quienes conocimos a Porfirio y aprendimos de él, nos corresponde difundir su legado y continuar el compromiso con la democracia y la justicia

OPINIÓN

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Martha Bárcena Coqui / Misión Especial / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cómo expresar en palabras la tristeza y orfandad intelectual ante la muerte de Porfirio Muñoz Ledo?

¿Cómo plasmar el retrato y legado de Porfirio, fundamental en la vida del México contemporáneo?

Porfirio, al que llamé “embajador” desde que lo conocí en 1981, fue un Hombre de Estado, con mayúsculas. Un intelectual y político cómo pocos en México. 

Formado con Mario de la Cueva, Ignacio Morones y el gran Jaime Torres Bodet, Porfirio fue siempre una mente lúcida, provocadora, que concatenaba ideas a gran velocidad. Era un reto seguir su línea de pensamiento y argumentación. Tenía una enorme cultura, insaciable en sus ansias de leer y aprender, de reflexionar y debatir. 

A los jóvenes diplomáticos que trabajamos bajo sus órdenes en Naciones Unidas y compartíamos su profundo amor por México, nos enseñó a “trabajar con mística”, convicción y una filosofía común, a representarlo con inteligencia, dignidad, patriotismo, orgullo y puntualidad. 

Afirmó: “En el mundo diplomático se aprecia mucho la rectitud, la capacidad, el profesionalismo y la vocación de resolver problemas... es necesaria gente con independencia de criterio”.

Esa visión nos formó a quienes trabajamos con él. 

Él mismo reconoció que esas características del diplomático ahora ya no se aprecian. Hoy, la sumisión, que se confunde con lealtad, prevalece sobre la independencia de criterio, la ideología y el amiguismo sobre la capacidad, la mentira sobre la rectitud. 

Porfirio tuvo un brillante desempeño diplomático como Representante Permanente ante la ONU y como Embajador de México ante la Unión Europea y el Reino de Bélgica. 

Enumerar su larga lista de logros y acciones sería interminable. Destacan la participación de México en el Consejo de Seguridad, la organización de la IV Cumbre América Latina-Unión Europea y el empuje al Acuerdo Marco Global con la Unión Europea. 

Por su gestión en política exterior, su compromiso con la democracia en México, figura central en la transición democrática, en las reformas laborales y educativas en el país, en la Reforma del Estado, México le debe el reconocimiento que merece como uno de los grandes políticos e intelectuales. 

Fue fiel a sus principios. Para él, la posición ética era criticar y renunciar a un partido o asociación cuando reconocía los límites de pertenencia y deslindarse cuando ya no estaba de acuerdo. 

Dije el año pasado en un homenaje que organizó el Senado y al que de manera vergonzante no llegaron los senadores de Morena: su nombre quedará en los libros de Historia de México. 

Su lúcida voz se alzó para reivindicar la construcción de consensos, advertir sobre tendencias autoritarias, defender a los migrantes. 

Quizás su aguda y brillante inteligencia, que molestaba a algunos, le impidió alcanzar dos grandes cargos: la Presidencia de la República y la secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas. 

La mezquindad le negó el reconocimiento de la medalla Belisario Domínguez. 

POR MARTHA BÁRCENA COQUI
EMBAJADORA EMINENTE
MARTHA.BARCENA@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@MARTHA_BARCENA

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