Siempre ha sido más difícil para los políticos de derecha identificarse como tal, que para los políticos de izquierda. La derecha, para algunos, tiene una connotación ideológica más dura, quizás más difícil de explicar. En cambio, para los políticos de izquierda es más sencillo decirlo, sin tapujos. Para decirlo pronto, los de izquierda lo gritan a los cuatro vientos y sienten orgullo, mientras algunos de derecha prefieren esconderse en el closet y no salir.
¿Acaso hay más gobiernos de izquierda de los que nos sintamos orgullosos? ¿Acaso hay más gobernantes de derecha impresentables en el mundo? Ni si quiera podría llevarse esa cuenta. Hitler y Mussolini no eran de derecha, eran populistas, dictadores y asesinos. Stalin y Mao no eran de izquierda, era populistas, dictadores y asesinos.
Por otro lado, decir que se es de izquierda o de derecha nos dice poco. Dentro de ese par de espectros políticos hay una amplia gama de distintas formas de gobierno y de enfoques ideológicos. Pero sí podemos describir de forma general qué significan, que prioriza cada uno, qué proponen en términos generales.
Ser de derecha implica apoyar ideas relacionadas con la libertad individual y la responsabilidad personal. La derecha prioriza el esfuerzo personal de cada individuo como método de superación. Demanda más controles al poder para que no se desboque. La derecha pide toda la sociedad que sea posible y solamente el gobierno que sea necesario. La izquierda por el contrario colectiviza los esfuerzos de las personas, apela a la grandeza del gobierno como solución a todos los problemas y como medio de superación de los individuos. Le estorban los controles al poder. La izquierda pide todo el gobierno que sea posible y solamente la sociedad que sea necesaria.
Hace un par de meses la senadora Lily Téllez publicó un artículo sobre lo que ella llamó la derecha moderna que requiere nuestro país. Con valentía describe lo que ella considera debe ser una derecha moderna en México, sensata, que valore el mérito de las personas y sobre todo el “legítimo derecho de aspirar a más” que todos tenemos. Una derecha que proteja la propiedad privada y el orden basado en la ley. Una derecha que defienda las instituciones ante el atropello de sus gobernantes.
Hay pocos políticos en México que se atreven a salir del closet ideológico e identificarse como de derecha sin miedo y sin tapujos. Con orgullo defender estas ideas que han probado sus resultados y que no son otra cosa que proteger a las personas, poner al frente de cada decisión y de cada política pública al ser humano. Frente a este gobierno lleno de viejas ideas y repleto de complejos ideológicos nos haría bien una derecha moderna, de futuro, valiente y responsable, y sobre todo sensata.
POR HOMERO NIÑO DE RIVERA
ABOGADO Y EX DIPUTADO FEDERAL
PAL