COLUMNA INVITADA

Las Coaliciones Electorales en 2024: pragmatismo, intereses y retroceso democrático

“Para hacer política en México es necesario estar siempre bien con Dios y con el diablo”

OPINIÓN

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Hugo Eric Flores / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Para hacer política en México es necesario estar siempre bien con Dios y con el diablo”, dice uno de esos refranes viejos de la política mexicana, tan ciertos muchas veces. En materia de coaliciones y alianzas electorales, sin duda, este dicho aplica y cobra actualidad. Que si Alito tenía pacto con Adán y que si Moreira aseguró Coahuila; que si Del Mazo la dejó pasar; que si Movimiento Ciudadano es el esquirol del Gobierno; que si a la cúpula panista le convenía el debilitamiento del PRI, alienándose a la estrategia presidencial para asegurar la “candidatura a la grande”; que si el Verde y el PT les doblaron las manos con la amenaza de candidaturas para el próximo año.

Lo cierto es que en entre dimes y diretes, ciertos o no, en este México que vivimos todos quieren estar bien con Dios aunque hagan alianzas con el diablo. Los dobles juegos de los partidos en sus “supuestas” alianzas son el pan de cada día, no les importa traicionar a su aliado incluso en la boleta para favorecer sus propios intereses. De la ciudadanía ni hablemos, en el juego de las alianzas electorales lo que menos importa es la gente, lo importante es la estrategia y lo que gano con ella.

En la Biblia, una alianza, un pacto es algo muy sagrado. Y son claros los distintos tipos de pactos bíblicos, entre ellos: entre Dios y un patriarca, ejemplo el que hizo con Abraham; entre Dios y la nación, el que hizo a través de los primeros reyes de Israel, Saul y David; entre Dios, el pueblo y la tierra, con Isaac y Jacob (a la postre Israel); entre Dios, el pueblo y la ley, que se da con Moises y los 10 mandamientos; y desde luego el más importante de todos, el Nuevo Pacto entre Dios y los hombres, a través de Jesús, el Pacto Mesiánico. Pero también los acuerdos se dan entre líderes y tienen repercusiones políticas con un gran significado, como la alianza espiritual entre Abraham y Melquisedec; o la amistosa entre David y Jonathan; o para establecer la paz entre Judá e Israel entre sus reyes Josafat y Acab. La constante de estos acuerdos sean divinos o humanos es la misma: “siempre obedecían a un objetivo” y por lo tanto debían cumplirse. De ahí que una palabra dada, o un acuerdo establecido, así sea humano, adquiere un carácter sagrado. 

La Biblia también advierte que no deben hacerse ciertas alianzas, sobre todo, basadas en las potenciales consecuencias. Por ejemplo, la de unirse con enemigos históricos, que a la postre podría terminar en traición. “No unirse en yugo desigual” es también una recomendación de amor para no sufrir consecuencias futuras. No les vendría mal a los líderes partidistas mexicanos una lectura de la historia política narrada en la Biblia, que es rica en enseñanzas, sobre todo en estos tiempos donde el pragmatismo abunda. Hay quienes consideramos que un pacto, que una alianza, que la palabra dada en política, —y en la vida—, es sagrada, porque no es solo un pacto con los hombres. Es una manera de vivir, es la aplicación de nuestras creencias en la vida práctica. Y aunque pudiera parecer ingenuo sufrir incumplimientos y hasta traiciones de nuestros aliados, no nos detiene en la vida, porque sabemos a quien servimos y qué principios tenemos. Nosotros entendemos, por ejemplo, que el significado del “Arca del Pacto” de Israel es la “presencia divina permanente en la vida de la nación”. Por eso, a pesar de errores y traiciones, el verdadero pacto que simboliza esa Arca es que: Dios nunca abandona al pueblo. Es decir, para los cristianos en nuestros pactos, cumplidos o no, sabemos que Dios nunca nos abandona y siempre nos cuida.

Actualmente, las coaliciones o alianzas electorales pueden ser ideológicas, con objetivos definidos y pragmáticos, y pueden o no ser permanentes. Las alianzas ideológicas, se dan entre partidos de similares posturas políticas, cuya ideología y propuesta política es parecida, común o compartida. Hace tiempo en México que estas alianzas han quedado en el olvido. Las alianzas con objetivos definidos para alcanzar un espacio político concreto, derrotar a un adversario, impulsar alguna política pública o llegar a un acuerdo para iniciar una nueva etapa política, entre otros. Estas alianzas generalmente son transitorias, porque al cumplir el objetivo se extinguen. Y las alianzas pragmáticas, que son absolutamente transitorias y que generalmente buscan objetivos inmediatos, no tienen sustancia, pues generalmente son resultado de una estrategia política y/o electoral. Seguramente, en esta breve descripción de las alianzas electorales es fácil pensar a cual pertenecen los partidos políticos y los líderes políticos del México de hoy.

En el caso del PES, nuestra política de alianzas fue siempre la misma. Tenemos dos claras directrices: aliarse con personas y no con partidos; y buscar siempre objetivos y propósitos comunes. Para el PES, a diferencia de otros partidos emergentes, el fin no justifica los medios. Las alianzas pragmáticas de supervivencia nunca fueron nuestro propósito, en todas las que participamos siempre dimos todo para con nuestros aliados, y siempre de cara a la sociedad. En la elección presidencial del 2018, donde se perdió el registro nacional, no tenemos límite en nuestro apoyo para con nuestros aliados. Cuando el PES hizo alianza con Morena lo hicimos cumpliendo nuestras directrices. Nuestra alianza con el hoy presidente Lopez Obrador, tenía objetivos muy claros: sacar al PRI de Los Pinos para siempre; buscar un gobierno que beneficiara a los más pobres; promover un nuevo régimen democrático, una verdadera transición política; establecer un gobierno de reconciliación nacional; tener un liderazgo político que garantizara nuestros principios ideológicos de defensa de la vida y la familia. Falta muy poco para que podamos evaluar que sí y que no logramos apoyando a AMLO. Al final del día, aunque nos llamen ingenuos, como el fin político de establecer un gobierno justo es muy grande, también los medios que usamos —lealtad, transparencia y honrar siempre nuestra palabra— también han sido grandes. Fines grandes, medios grandes.

En vista de su aportación a la democracia mexicana, las alianzas y coaliciones deberían prohibirse en la legislación para la elección de diputados y senadores, no así las coaliciones parlamentarias. Me explico. Cada partido debe postular a sus propios candidatos a cargos legislativos sin posibilidad de formar una coalición electoral o candidaturas comunes. Una vez que se tengan resultados y cada partido tenga sus propias curules, resultado del voto ciudadano directo, puede hacer coalición parlamentaria con otros partidos, incluso para darle mayoría legislativa a un gobierno. Esto tendría por lo menos tres efectos favorables, quitaría la perversión pragmática que hoy se da en las coaliciones; un partido tendría la representación real en el Congreso ganado con votos ciudadanos; y sobretodo permitiría al electorado ver claramente que hizo el partido con el voto que depositó a su favor. 

Llegará el ineludible bálsamo de la amnesia, donde los partidos apelarán al olvido colectivo para tratar de convencer o engañar con renovadas estrategias al electorado.

Para la elección presidencial y de congreso federal de 2024, y después del proceso del domingo pasado, las coaliciones están definidas: Morena-PT-Verde y PAN-PRI-PRD, ambas claramente de carácter pragmático. Movimiento Ciudadano (MC), no tengo duda, buscará alianzas regionales y con objetivos definidos con organizaciones ciudadanas y ha decidido no participar en este pragmatismo moderno. México sigue cambiando, pero en términos democráticos parece retroceder, solo se ve un vuelco abrupto si alguien despierta a la nueva generación de votantes. O bien, si la división interna y los intereses aparecen y dan al traste con el plan presidencial.

Como dice Rafael Loret de Mola, “también entre las parentelas hay bandos y complicidades”. Y en la parentela ya empezó la división. Veamos si el genio político de AMLO vuelve a aparecer para controlar a sus huestes. Mientras, los de enfrente nacieron divididos. El PAN surgió para derrotar al PRI y hoy es su aliado. No tienen remedio. Está claro que, en un lado y en otro, en materia de alianzas a todos les gusta estar bien con Dios y con el diablo.

Hugo Eric Flores 

Presidente del PES Morelos

@hugoericflores

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