COLUMNA INVITADA

Convento franciscano y catedral de la asunción en Tlaxcala

En 1994 fueron declarados patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Los conventos levantados en las faldas del Popocatépetl recién finalizada la conquistada en el siglo XVI pertenecen a las congregaciones agustina, dominica y franciscana. En 1994 fueron declarados patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO. Su conservación siempre está en riesgo dada la alta sismicidad de la zona y los estertores plenos de emanaciones de gas y materiales incandescentes (“fragmentos balísticos”) del “Monte que humea”, conocido hasta antes de su erupción en 1345 como Xalliquehuac, “Arenales que se levantan”. 

En el estado de Morelos: San Mateo Apóstol en Atlatlahucan; Asunción en Cuernavaca (actual Catedral de Cuernavaca); Santo Domingo de Guzmán en Hueyapan; Santiago Apóstol en Ocuituco; Santo Domingo en Oaxtepec; Natividad o Anunciación en Tepoztlán; Santo Domingo de Guzmán en Tetela del Volcán; San Juan Bautista en Tlayacapan; San Guillermo en Totolapan; San Juan Bautista en Yecapixtla; Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas. En Puebla: San Francisco de Asís en San Andrés Calpan; San Miguel Arcángel en Huejotzingo, Asunción en Tochimilco.  

Su construcción privilegió atender los espacios abiertos, confinando sus poligonales con los muros de sus atrios, y propiciando el acercamiento de la población indígena para su evangelización con las capillas abiertas y las capillas posas. Esto obedeció al rechazo de los nuevos devotos al para ellos asfixiante ambiente de las naves y los altares cubiertos con bóvedas y artesones. Los naturales, creyentes forzados habrá que reconocerlo, ofrecieron resistencia a los dogmas impuestos encubriendo los antiguos en las formas nuevas, de allí las simulaciones y camuflajes propios del sincretismo. Qué mejor ejemplo de ello que salvaguardar sus códices al modo de tripas en el vientre de los nazarenos crucificados hechos con pasta de maíz. Sólo con posterioridad se edificaron las naves de los templos.  

A partir de 2021 se sumó el conjunto conventual franciscano y catedralicio de la Asunción de Tlaxcala, reparándose una terrible omisión en el nombramiento original de los entonces 14 y ahora 15 monasterios. Precedidos por el sobreviviente Pedro de Gante en 1523, los frailes de la primera misión de la orden del santo de Asís arribaron a tierras novohispanas en 1524, comandados por Martín de Valencia y en número de doce, tantos como los apóstoles, fundando la Custodia del Santo Evangelio que identificó cuatro sitios nucleares de su labor: México, Texcoco, Huejotzingo y Tlaxcala, en donde fue encargado fray García de Cisneros como guardián (después primer provincial franciscano y rector del colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco) asistido por Martín de la Coruña y Andrés de Córdoba. 

El historiador mestizo Diego Muñoz Camargo (1529-1599) en su "Descripción de la Ciudad y Provincia de Tlaxcala" (1584) registra su fábrica entre 1530 y 1536 como santuario de una sola nave con cubierta de viguería y techo de madera de dos aguas, resuelto al interior con un plafón de artesa invertida, como la del amasijo de los panaderos, de estilo mudéjar (del árabe,  “aquel a quien se ha permitido quedarse”, en las aljamas durante la Reconquista), de cúpula octagonal, tambor y pechinas, y cartuja anexa que a través de pasadizo en arcada se vincula a la torre separada del campanario (planta de 8.6 x 9 m y altura de 29 m; más 6.50 m del cupulín con su linternilla), además de capillas abierta (“humilladero”) o de indios en la denominación de Manuel Toussaint y posa donde solía descansar el Santísimo Sacramento de la Eucaristía durante las procesiones atriales.  

Su belleza y originalidad exige visitarla al menos una vez en la vida. 

 

Luis Ignacio Sáinz

Colaborador

sainzchavezl@gmail.com

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