La imagen es clara: una impresionante columna de humo espeso y oscuro revela una explosión en el Pentágono. Ataque directo o peligro inminente sobre la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Antes de que las autoridades aclararan que no había ningún ataque y que la fotografía era falsa, probablemente generada por Inteligencia Artificial (IA), la imagen circuló en Twitter y se hizo viral. Entre otros efectos, durante algunos minutos se registraron caídas en indicadores como Standard and Poor’s 500 y en el Promedio Industrial Dow Jones.
A diferencia de otros rumores, este potenciaba sus posibilidades de ser creído y circular velozmente porque no sólo decía que se estaba produciendo un ataque a El Pentágono, sino que lo mostraba en una fotografía y, por lo tanto, lo probaba.
Las fotografías han sido, tradicionalmente, prueba de que algo pasó, aun cuando se sepa que algunas puedan estar alteradas, porque se presume que, dado el caso, podemos saber si tiene truco o no.
Pero las fotos generadas por Inteligencia Artificial son asombrosamente creíbles, en tanto que no modifican una imagen, sino que la crean completa. Ya hemos visto otras fotos falsas, relacionadas con personajes públicos: las del Papa Francisco, que se pasea enfundado en un imposible abrigo papal, y las del expresidente Donald Trump, espectacularmente detenido por la policía supuestamente cuando se presentaba a declarar ante una corte.
Si ya bastante tenemos con la proliferación de informaciones falsas, la IA viene a profundizar el riesgo de creer lo que no sucede, e incluso de caer en la tentación de contribuir a difundir la mentira, y por lo tanto de contribuir a causar estragos en la vida de las naciones y en ámbitos internacionales.
Este riesgo presagia una eventual escalada en la desinformación a nivel global, pues ahora las fake news podrán llegar respaldadas por el poder de las “fotografías”, lo que podría llevarnos a pasar del viejo dicho de que una imagen dice más que mil palabras a otro menos optimista y casi amenazante: una imagen puede contarnos mil mentiras.
Al igual que ante los engaños que traen consigo continuamente noticias falsas, el antídoto frente al uso doloso de la IA, es y debe ser acudir y recurrir a los principios clásicos del periodismo, entre otros: verificar toda información, consultar fuentes, privilegiar la certeza sobre la velocidad y apreciar el valor del prestigio que otorga la veracidad constante, como garantía de confianza
Apenas comienza el uso masivo de la IA, pero ya podemos vislumbrar muchas de sus ventajas y algunos de sus riesgos.
Autoridades, medios y ciudadanos tendremos que estar alertas y asumir como parte de nuestras responsabilidades difundir, verificar o desmentir información, según sea el caso, para no contribuir ni ser víctimas de la mentira, tan socorrida ahora, dada la multiplicidad de fuentes y recursos para poner en circulación supuestos hechos, informaciones calumniosas o imágenes no verificadas.
Es un gran desafío, pero no podemos ignorarlo o decidir que por complejo y grande es mejor hacer como si no ocurriera.
POR MAURICIO FARAH
ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
@MFARAHG
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