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La fiesta del 1 de julio

Este evento se da justamente días después de otro golpe a los deseos de la silla presidencial: la invalidación del Plan B electoral por parte de la SCJN

OPINIÓN

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Laura Puente / ¿Qué quieres comunicar? / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hace unos días, en su mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que el 1 de julio festejará el quinto año de su triunfo y con ello la llegada de la llamada Cuarta Transformación, pues fue en 2018 cuando poco más de 30 millones de mexicanos aprobaron su movimiento.

Será en la explanada del Zócalo de la CDMX donde esta fiesta se lleve a cabo y se espera contar con toda la maquinaria de Morena y, por supuesto, la asistencia de las corcholatas presidenciales.

Este evento se da justamente días después de otro golpe a los deseos de la silla presidencial: la invalidación del “Plan B” electoral por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Recordemos que el 13 de noviembre de 2022, después de un intento de reformar al INE, la sociedad civil y partidos políticos se dieron cita y marcharon para exigir la autonomía del Instituto Nacional Electoral; ante la gran cantidad de asistentes el mandatario contraatacó y llamó a una marcha el 27 de noviembre de 2022, con el fin de reafirmar que “la gente estaba contenta”; en un recorrido por Paseo de la Reforma AMLO caminó junto a los 1.2 millones de asistentes hasta llegar al Zócalo.

¿Por qué una fiesta?

Esta nueva convocatoria bien podría tratarse de otro contraataque en respuesta a cuando las cosas no salen como el Presidente desea; en este caso, contra la SCJN y de paso, darle un empujón a las corcholatas, pues como lo dijo Adán Augusto López Hernández, “se necesitan más de 3 o 4 sexenios para consolidar la Cuarta Transformación”.

Y es que parece más que necesaria la intervención presidencial para no perder fuerza en las elecciones de 2024, pues no solo se trata de ganar sino de arrasar y comprobar que la 4T seguirá en el poder algunos años más, y si en algo coincidimos todos es que ninguno de los 6 aspirantes iguala en carisma, apoyo y respaldo popular al que tuvo López Obrador hace 5 años.

Aún no se cumple un mes de recorridos y la unidad que pactaron los coordinadores parece no ser muy respetada. Entre eventos semi vacíos, desigualdades económicas, preguntas incómodas, problemas personales y peleas innecesarias, las corcholatas no están dando el ancho y es urgente replantear las estrategias de campaña para que dejen de competir sobre quién tiene más afinidad y amistad con el Presidente. Hasta hoy solo vemos viejos métodos políticos, en donde el acarreo de estructuras y la falta de mensajes nuevos predominan.

Por último, puede ser uno de sus últimos actos autoritarios al frente del Ejecutivo. Nadie creyó que el Primer Mandatario no fuera a intervenir en las elecciones. En esta fiesta busca poner orden entre los aspirantes, la oposición y los militantes de Morena, al recordarles que el triunfo hace 5 años, fue gracias a él y que el pueblo de México no votó por un partido político, sino por un perfil con el que conectaron y convirtieron en un fenómeno nacional.

El sexenio está por terminar, para un hombre que ha dedicado toda su vida al servicio público y que cuenta con altos índices de aprobación, retirarse no debe ser sencillo y tampoco creíble, pues su cara en el partido guinda es y seguirá siendo necesaria para la permanencia en el poder, ya sea en Palacio Nacional o desde Palenque, Chiapas.

POR LAURA PUENTE

LAU.PUENTEE@GMAIL.COM

@LAURAPUENTEEN

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