Dicen que “si la vida te da limones, has limonada”. La vida nos dio el TMEC, ¿qué hemos hecho con él? En el #Blindspot analizamos la potencialidad de los resultados más allá de los aplausos que hacen mucho ruido, pero dan pocas nueces.
Hay una enorme diferencia entre el TLCAN y el TMEC de la que casi no hablamos: el original era de “Libre Comercio” y el vigente que este sábado cumple tres veranos de vigencia es solo tratado.
“Que no cunda el pánico”, la realidad es que como hemos analizado previamente en este espacio, los países más “libres” y “ricos” son quienes hoy aplican mayores medidas proteccionistas. Habrá quien lo llame hipocresía, pero yo diría que “es lo que hay”.
Esta situación ha dado espacio a la narrativa “niño héroe” del presidente López Obrador en la que en defensa de lo que él entiende como soberanía ha dejado ir las principales oportunidades comerciales que ofrece la coyuntura post – COVID porque como máximo representante de los mexicanos, busca siempre salirse con la suya frente a lo que dice la ley.
Así, la voz del pueblo con residencia en Palacio Nacional casi siempre se Zaldívar con la suya, pero afortunadamente y a favor del Estado de Derecho la ministra Norma Piña sabe preparar bien las piñas coladas.
Es cierto, Estados Unidos tiene fisuras graves en su sistema político y tiene a un expresidente y casi candidato presidencial en campaña mientras enfrenta un juicio, pero ni Trump pudo erosionar su institucionalidad que es por donde transita los esfuerzos por hacernos cumplir lo que acordamos y firmamos con anuencia del presidente López.
De esta forma el reto hoy es que este acuerdo o tratado cumpla con lo mínimo: garantías y certidumbre de mediano y largo plazo; de lo contrario en tres años, fecha en la que hay una revisión, estaremos frente a un escenario mucho más complejo y no solo omitirá las palabras libre comercio, también la de “tratado”.
Hasta hoy los números y el mal analizado #SuperPeso nos permiten jugar con la narrativa de que todo va “requetebién” y del dicho al hecho hay un gran trecho y ese se mide en planes de inversión.
Es aquí donde debemos preocuparnos, cada día se oyen más fuertes las voces que repiten lo que presuntamente dice Raquel Buenrostro, titular de la Secretaría de Economía: a esa oficina no están llegando planes constantes y sonantes de inversión.
Es cierto, pasa en los finales de sexenio, pero aquí estamos en el inicio de un nuevo régimen y la historia sabe jugar a favor de personajes como el Presidente, pero la realidad de los números, como le pasó en su momento a Carlos Salinas, impulsor de TLCAN, también juegan en contra.
Por el bien de México, ojalá el odio del presidente López Obrador contra Salinas y el neoliberalismo no se convierta en su punto de encuentro: una crisis que borre todo lo bueno que hicieron.
POR ÓSCAR SANDOVAL SAENZ
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
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@OSANDOVALSAENZ
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