MALOS MODOS

Sobre la costumbre de cerrar calles

Se quejaba hace días Leo Zuckerman de que, por razones que nadie se molestó en explicar

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Se quejaba hace días Leo Zuckerman de que, por razones que nadie se molestó en explicar, de sopetón, la policía cerró Reforma, con lo que él, como tantos otros ciudadanos, se topó de pronto con la sorpresita del tráfico. A esperar sentados, que llegó la autoridad. 

Con lo que se topó mi amigo es con uno de los rasgos distintivos de la mexicanidad, sobre todo de la mexicanidad chilanga. Aquí las calles se cierran por mil razones, todas confusas. Por obras, para empezar, que es mejor llevar a cabo de lunes a viernes, en horas pico, preferentemente durante muchísimas semanas, no sé si por aquello de los logros sindicales, que ralentizan cualquier proceso. Luego están, claro, los cierres por “labores de limpieza”. La constante es que nadie avisa un carajo. Vas por el Periférico a las once, tranquilo, sin tráfico, y de pronto te topas con que un piquete de trabajadores de la administración chilanga decide cerrar los “carriles centrales”. Resultado: una hora para llegar a casa, cuando el recorrido debería durar siete minutos. 

Estos cierres tienen otra constante: la extensión. Extensión física. Si las obras o la limpieza abarcan 100 metros de la avenida, hay que cerrar cuatro kilómetros. La única explicación plausible es la mala fe. El gobierno chilango tiene un maravilloso conocimiento intuitivo de la física: sabe que para tenerte dos horas extra en el coche todos los días hay que aplicar la fórmula “tiempo sobre distancia”. 

Muy chilango también es ese criterio que dice que si hay mucho tráfico, lo ideal es que haya menos calles abiertas. Puede que detrás de esa estrategia haya alguna ecuación que se nos escapa a los ciudadanos del común. Yo, en todo caso, no la conozco. Uno pensaría que si hay más coches, seguramente es mejor que haya más calles disponibles. El funcionariado chilango dice que no. Intentaré recordar lo de la ecuación la próxima vez que tenga ganas de mentar madres porque cerraron todas las entradas al Viaducto, con el resultado aparente de que van hasta el tope el propio Viaducto, la lateral y las calles de los alrededores. 

La cultura de la calle cerrada no es, ni mucho menos, una aportación del funcionariado cuatroteísta, que, pese a su pulsión de cambio, en esto se limita a seguir las enseñanzas de sus antecesores. Esta continuidad, por supuesto, se extiende al otro motivo para cerrar calles: que el señor servidor público, “la autoridad”, quiere llegar en chinga a donde sea, sin tráfico. En esto no caben distinciones entre izquierda y derecha. 

Así, sales de casa con un “Hora de llegada: 9:43”. De pronto, un policía pone uno de esos conos anaranjados y, en tres minutos, la hora de llegada son las 10:37, si sobrevives al barrio peligrosísimo por el que tienes que desviarte.  

No hay Waze que le gane a un burócrata chilango. Eso es lo que comprobó Leo. 

Julio Patán 

Colaborador

@juliopatan09 

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