COLUMNA INVITADA

¿Un toma y daca para la carcajada?

La visita de alto nivel ha sido recibida con entusiasmo y para muchos envía una señal de alivio

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, concluyó el pasado lunes una inesperada y para muchos positiva visita a China. Tras meses de tensiones entre las principales potencias económicas y militares del mundo y en medio de una guerra en Europa que las compromete en más de un sentido y ante la inestabilidad que puede significar un posible conflicto en Taiwán, entre muchos otros desencuentros que han protagonizado estos dos gigantes, la visita de alto nivel ha sido recibida con entusiasmo y para muchos envía una señal de alivio y de voluntad política de estos dos países por tratar de llevar la fiesta en paz.

En apariencia, este intento por un deshielo en esta suerte de Guerra Fría entre Estados Unidos y China es una bocanada de aire fresco en un mundo en el que los liderazgos sensatos brillan por su ausencia. Sin embargo, leyendo entre líneas las posturas oficiales de cada parte involucrada una vez que concluyó la visita de Estado, y si se me permite el disenso, a mí me queda más bien un dejo agridulce ya que las amenazas veladas en la retórica de ambas potencias y su respectivo nivel de pasivo-agresividad son dignos de mención.

Veamos.

De manera oficial, tanto los despachos de Pekín como los de Washington celebran el encuentro y destacan que se trata de un paso adelante, porque cito “El mundo necesita una relación estable entre China y Estados Unidos […] El futuro y el destino de la humanidad dependerán de que ambos países encuentren la manera de llevarse bien”, destacó el líder chino, Xi Jinping. Y agregó que su país “no pretende desafiar o desplazar a Estados Unidos” y que ambas naciones no tiene porque entorpecer la una a la otra “su legítimo derecho al desarrollo”.

En la contraparte estadounidense, la línea discursiva se alinea con la de China en lo esencial, lo verdaderamente interesante llega con el alud de posicionamientos de uno y otro en aquellos puntos en los que las dos potencias tienen fricciones. Por ejemplo, “Una de las cosas importantes que tuve que hacer en este viaje ha sido desengañar a nuestros anfitriones chinos de la idea de que intentamos contenerlos económicamente. No es así”, sostuvo Blinken.

Después de este mensaje lleno de un profundo ánimo de camaradería, le siguen las siguientes puntualizaciones por parte del Secretario de Estado de America The Great, en donde sostiene que Washington desea dejar muy claro que no quiere proporcionarle a Pekín “ciertas tecnologías específicas” que China podría utilizar para “avanzar en su muy opaco programa de armas nucleares”, “construir misiles hipersónicos” o usar “tecnología que puede tener fines represivos”.

¿Disonancia cognitiva? Para nada. Pero el asunto no termina aquí, China hace lo suyo en este toma y daca de posturas enfatizando que “las percepciones erróneas” de Estados Unidos sobre el país asiático han conducido a la implementación de una serie de “políticas equivocadas” y reclama que EU “levante las sanciones unilaterales ilegales contra China, deje de suprimir los avances científicos y tecnológicos de China y no interfiera gratuitamente en los asuntos internos de China”.

Y sin ánimo de dejar un solo cabo suelto, los chinos puntualizan que todo lo referente a Taiwán es “el núcleo de los principales intereses de China […] donde reside el futuro de la nación china y la misión histórica permanente del Partido Comunista de China”. En este tema Pekín no tiene margen “para compromisos ni concesiones”. Y pide a nuestro país vecino “acatar seriamente el principio de una sola China”.

La respuesta estadunidense al respecto es darle un poco por su lado a China y de ahí para delante todo son buenos deseos y ánimos de reactivar las relaciones entre los dos países en el más profundo ánimo de reconciliación.

Y aquí me surgen varias preguntas, frente a puntos de desencuentro tan profundos y ante contradicciones tan evidentes que uno y otro se encargan de señalar de manera precisa y puntual, ¿cómo piensan dirimir entonces sus diferencias cuando parecen irreconciliables?, ¿cómo van a construir una relación bilateral relativamente productiva y sin sobresaltos cuando ambas potencias están empeñadas en ponerle el pie al de enfrente en temas cruciales como el desarrollo de tecnología?, ¿qué acciones llevará a cabo cada país para que su relación se mantenga estable?

El saldo final del encuentro no lo dice y me parece una lástima, porque entonces no queda mucho espacio para el optimismo ya que los dos países se niegan a ceder en aquello que precisamente los ha enfrentado. 

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

PAL

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