COLUMNA INVITADA

Feministas de ocasión

El feminismo no es una moda ni una consigna es una forma de entender al mundo, es dejar de valorar a las personas en función de su género

OPINIÓN

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Alejandra Frausto / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Por ti y por todas mis compañeras

He leído y visto a personas que se dicen enfurecidamente feministas, levantan el puño envuelto en una mascada violeta -desconozco si comprenden el significado del violeta, pero lo hacen con una convicción que hasta se les cree- gritan mucho y marchan junto a sinceras feministas) con el propósito de denostar un movimiento social y político que, aunque no les guste, es radicalmente feminista. Lo encabeza un hombre al que llaman "machista y patriarca".

En este movimiento somos no sólo antimachistas sino radicalmente feministas. No somos feministas de ocasión.

Una de las mujeres que ha recibido más agresiones por parte de estos feministas de ocasión es esa mujer que dijo por primera vez: "no hay damas de primera ni de segunda, así que yo NO voy a ser primera dama". Nadie había renunciado a ese título nobiliario; sin embargo, ha ayudado al movimiento desde lo que sabe hacer profesionalmente: poner en un lugar relevante la historia para que el olvido de nuestro pasado no borre la conciencia de una nación. Gracias Beatriz Gutiérrez Müller.

Otra de las mujeres que ha recibido ataques sin piedad es Olga Sánchez Cordero, una
de las feministas que nos abrió camino, primera mujer en ser ministra de la Suprema Corte, primera notaria pública del país, quien decidió crear los primeros protocolos para juzgar con perspectiva de género. A ella, el "machista patriarca" le encomendó la SEGOB, luego del triunfo del movimiento, y los embates se desataron con el fin de "ponerla en su lugar". "Florero emérito", repitieron hasta el cansancio. Estas faltas de respeto y actos abiertamente machistas nunca cesaron.

Rosa Icela Rodríguez, primera secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana nombrada por el "patriarca", es cabeza del Gabinete de Seguridad. Cada mañana coordina las fuerzas de seguridad castrenses y civiles, cada día cuida a detalle casos injustos de un sistema deteriorado y da cuidado a los más desprotegidos. También es objeto de agresiones por su supuesta inexperiencia, cuando bajo su encargo y con una política humanista, los índices delictivos del país han descendido.

Es una vergüenza el ataque furibundo de hombres, y tristemente también de mujeres, que se dicen feministas, intelectuales, progresistas,ante el reclamo que hace de frente la mujer que concentra más poder por primera vez en la historia de México. Ella, que osó levantar un dedo y apoyar un puño con firmeza para reclamar, curiosamente, respeto e igualdad de condiciones políticas. Me pregunto, si su interlocutor hubiera sido una mujer, ¿estaríamos leyendo en sus redes sociales: "¡es un pleito de viejas!, ¿no pueden gobernar ni gobernarse"? ...

Ahora los feministas de ocasión están más ofendidos y rabiosos que nunca. Porque, claro, es más fácil gritar que se es feminista, pero vivirlo es distinto. El "autoritario patriarca" decide nombrar a una mujer brillante y hermosa, la más joven del gabinete, nada menos, que a dirigir la política interior y le entrega el encargo más importante del Estado después del Presidente. Una mujer que no sólo es capaz de desempeñar esa responsabilidad, ¡es capaz de mucho más! Da resultados, no soporta la injusticia y actúa con fuerza al respecto. Ella defiende, ante todo, un país de derechos. Entonces yo me pregunto, ¿acaso lo que les gusta no es "la ley ante todo"?

Esta decisión del Presidente -a quien los feministas de ocasión ven como "patriarca irracional"-, es una acción que no sólo es antimachista sino radicalmente feminista. El odio y la espuma que les salió por la boca y por sus redes sociales es ya la manifestación más contundente de su feminismo de ocasión y de su machismo impenetrable.

A la ahora Secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, sin siquiera darle la oportunidad de mostrar su fuerza e inteligencia, su integridad y congruencia, prefieren ponerla en un montaje fotográfico en ropa interior, porque, claro, ¿qué más va a ser una chava joven, brillante y hermosa para ellos, sino un pedazo de carne acostado en una hamaca? Exhiben su clasismo y creen que subirla en un microbús es denostarla, cuando se trató de un aporte desinteresado al movimiento que fundaron ella y muchas más.

No se trata de, hipócritamente, llenar una cuota de género, sino de poner a mujeres en los puestos de decisión más altos y rompiendo los esquemas del pasado. Me vuelvo a preguntar:¿no es eso "romper el pacto"?

Hubiera imaginado una gran reacción de apoyo de la generación de Luisa a esta decisión tan revolucionaria y feminista del presidente. Pero en esa generación que grita a menudo estoy escuchando un desconcertante silencio.

Los ataques que recibimos las mujeres con poder son así de grotescos, pero han de saber que somos un movimiento feminista sincero y que no se sabe rendir, porque buscamos desde hace décadas la felicidad de un pueblo, el desarrollo de un país más justo y amoroso. Y no nos quita un pelo de feministas el que un líder hombre, brillante, honesto y valiente, nos represente.

El feminismo no es una moda ni una consigna, es una forma de entender al mundo, es dejar de tener etiquetas y dejar de valorar a las personas en función de su género, de su edad o de su origen. Nunca en la historia de este país ha habido tantas mujeres de tantos orígenes -indígenas, jóvenes y mayores, madres, con discapacidad, mujeres por elección- en cargos y encargos tan relevantes. Para nosotras el feminismo no es sólo un enunciado, es una cotidianidad.

Las mujeres y los hombres liberales de este movimiento, como en épocas de nuestras culturas ancestrales, no tenemos esas telarañas de machismos cobardes.

Si los feministas de ocasión deciden seguir exhibiéndose con tales agresiones, adelante, sólo piensen dos veces antes de salir a marchar para exigir que se rompa un pacto que ya rompimos. Nosotros, seguiremos caminando con libertad, corazón y causa.

 

PAL